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Para pensar juntos...: "Lo que cuenta es lo que aprendes después de saber" John Wooden

domingo, 7 de octubre de 2007

Morir de rutina?

Así no. "Como siempre" no. Porque los humanos tenemos un riesgo de Vida con el que lidiar: se llama "rutina". Y es un riesgo de Vida porque implica imperceptible proceso de auto-embalsamamiento: lo más vibrante de sí, nuestra capacidad de real contacto con la Vida, queda anestesiado por "lo de siempre". Dejamos de expresar el afecto, de nutrirnos, de nutrir, y nos volvemos desesperantemente previsibles los unos para los otros. "Rutina" es esa ruta pequeña del hábito, a la que nuestro cerebro, inclusive, está acostumbrado, porque le implica un menor esfuerzo, y puede hacerlo "en piloto automático". Pero... si el piloto es automático y el comandante está embalsamado, ¿podrá nuestra nave llegar a buen destino?

Chesterton escribió una novela, (quizás hoy arcaica en su estilo, pero fantástica en el tema elegido), a la que llamó "Hombre-Vida"; hermoso título, ¿verdad? Se trata de alguien cuyo "siempre" era hacer cada día algo diferente, algo fresco, algo no-rutinario, aún en las pequeñas instancias cotidianas, para vivir Vivo. Cuando nuestra vida está rancia es porque uno mismo se ha vuelto rancio. La mayoría de los hábitos deberían tener fecha de vencimiento. Sólo así cada uno de nosotros puede volverse un Hombre-Vida, una Mujer-Vida.

No hace falta gran cosa: ni más dinero, ni ser más joven, ni vivir en otro lugar. Lo que hace falta es alertidad para gestar la iniciativa, ejercerciendo cada día al menos un acto creativo, con lo pequeño, con lo que hay. No mañana ni el año próximo, "cuando tengamos más tiempo": HOY. Porque, más aún que el agua y que el petróleo, el tiempo es un recurso no-renovable. Entonces: sólo depende de nuestra actitud. Si eso no sucede, si no nos des-mecanizamos, la Vida que hay en nosotros muere. Y es necesario que nos anoticiemos de esto: nadie vendrá a resucitarnos, pues sólo uno mismo puede hacer levantar al propio Lázaro para que vuelva a andar. (Tristemente sucede con demasiada freucencia que cuando la muerte definitiva viene a buscar a los humanos sea poco el trabajo que tiene: se lleva cuerpos, pues el resto ya hace mucho que ha muerto. Muerto de rutina.) Vinicius de Moraes y Chico Buarque lo cantaron tan bello que no hace falta decir más:


Un día él llegó tan diferente
de su modo de siempre llegar,
mirándola con ojos más tiernos
de lo que se había habituado a mirar,
y no habló mal de la vida
tal como se había acostumbrado a hablar,
ni la dejó sola de lado,
y, para su asombro, la invitó a bailar.

Y ella se puso tan linda
como hacía mucho no sabía estar,
con su vestido escotado
que olía ha guardado de tanto esperar.

Después él la tomó del brazo
como hacían antes para caminar,
y llenos de ternura y gracia
fueron a la plaza y se empezaron a abrazar...

Y allí danzaron tanta danza
que la gente toda al fin se despertó.
Fue tanta la felicidad
que la ciudad toda se iluminó.
Y fueron tantos besos locos
tantos gritos roncos
como no se oían ya...

que el mundo comprendió
y el día comenzó
en paz.

Vinicius De Moraes - Chico Buarque


- TEXTO (de acceso gratuito): "El Amor de pareja: mitos y realidades de la intimidad emocional". El texto completo de esta conferencia ofrecida el pasado 4 de octubre, con notas anexas sobre distintos aspectos de este tema. Para bajarlo clickear aquí y, una vez dentro del Campus, seleccionar en la botonera la opción "Fogones". (Es el último de los archivos, al pie de esa lista, aunque los demás textos también están disponibles.)

- Si quisiera expresar su impresión sobre el texto de este mail o sobre lo que encuentres en nuestro Blog, clickeando aquí podrá hallar nuestro Libro de Visitas. También al clickear aquí encontrará los Foros abiertos, donde podrá expresar tu propia experiencia sobre el tema de hoy, para así APRENDER TODOS DE TODOS...


Imagen: Antiguo grabado de la India.

domingo, 30 de septiembre de 2007

El Amor: ni esconderse ni huir

Existe entre los bosquimanos, -un pacífico pueblo del desierto de Kalahari-, una curiosa costumbre: dado que cíclicamente pasan temporadas en las que es difícil obtener alimentos, sus cuerpos tienen una reserva de grasa para esos tiempos difíciles. ¿Dónde? En las nalgas, que sobresalen de modo notable. Así, cuando un joven se enamora de una chica, cuenta, para hacérselo saber, con un diminuto arco y una pequeñita flecha, la cual disparará en algún momento... en la nalga de ella. Si ella le corresponde en el sentir, se acercará a él y se la devolverá. Si no, lo mirará de frente y partirá la flecha en dos. Sin saberlo, esta tribu encarna en cada vínculo el mito griego de Cupido. ¿Quién de nosotros no ha sido herido por esa flecha?

Un vínculo profundo implica, siempre, algún tipo de herida, pues cada vínculo, breve o prolongado, nos esculpe por dentro. Borges lo dijo así: "He ejecutado un acto irreparable: he establecido un vínculo." Pareciera ser que la Vida, al crear a los humanos, nos instaló un mecanismo automático para propiciar nuestra evolución: la necesidad de vincularnos; como las plantas, nos polinizamos recíprocamente en cada relación (y de cada uno dependerá qué fruto dé ese intercambio). Por eso es natural tener miedo a abrirse íntimamente: no sólo tememos al rechazo o al abandono, sino también a la transformación interna que un vínculo pueda dejar en nosotros; ya no seremos los mismos. (Y es que de eso se trata la Vida!...)

¿Cuál es el riesgo mayor ante ese miedo? Cerrarse. Porque cerrarse a las relaciones transformadoras hace que uno se encoja dentro de sí, se en-ferme (etimológicamente: "en ferme" = cerrado). Crecer vincularmente afrontando esos miedos es lo único que puede curar el temor. Porque... ¿cuál es, si no, la otra opción? ¿Esperar a, "algún día", ya no tener miedo para por fin entonces animarse a establecer vínculos? Resultará triste elegir lo que el mismo Borges enunció así: "Es el Amor: tendré que esconderme, o huir". Salga bien o salga mal, un vínculo puede ser un espejo donde verse a sí mismo: un Camino de autoconocimiento. Sólo ese proceso nos lleva desde el amor con minúsculas, a algo mucho más hondo: al Amor, con mayúsculas. Pero, claro, no es fácil (como quizás no lo sea nada de lo que vale la pena en este mundo). Un antiguo relato Zen nos lo dice de este modo:

El aprendiz de la vida tenía una duda en el corazón. No se trataba de una pregunta filosófica, nacida de su intelecto, sino de un cuestionamiento que le surgía desde su propio dolor. (Ésas son las preguntas que verdaderamente valen la pena...)
Fue entonces hasta el recinto donde estaba su instructor, y, con el corazón abierto, le preguntó:
- Maestro... ¿qué es el Amor?.
Su respuesta fue muy breve:
- La ausencia de miedo.
Luego meditar en silencio, el aprendiz volvió a preguntar:
- ¿Y qué es aquello a lo que le tenemos miedo?
Y el maestro contestó:
- A lo que tenemos miedo es al Amor.

Sólo falta aclarar una cosa: no es fácil, en absoluto. Quizás nada de lo que valga la pena lo sea...

- Clickeando aquí Ud. podrá visualizar, en nuestro Blog "Pensamiento Sensible" una frase imperdible de Benigne Bossuet, relacionada con este tema. También hallará todos los textos que hemos compartido hasta hoy.

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aquí)

Imagen: "La ceremonia", de Carolina Larrea.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Un duelo... duele

Es natural: un duelo... duele. Pues con cada instancia que duelamos (alguien que muere, una separación, irse del terruño, perder un amigo...) duelamos, entre otras muertes, una muy puntual: la nuestra. Y esto es, inclusive, un hecho a nivel biológico: nuestro cerebro está tejido, como un macramé, por finos hilos a los que la vida da forma. Cuando algo concluye, una parte de nuestro cerebro se ve obligada a destejerse, como un abrigo que ya no usaremos. Sin embargo, las hebras de ese abrigo no tienen que ser descartadas: con esos mismos hilos necesitaremos tejer una nueva forma interna, un nuevo tramo de vida, una nueva identidad.

Sin embargo, cuando acontece una pérdida, la sensación puntual puede ser la de "nunca más": nunca más reiremos, nunca más respiraremos a pleno, nunca más estaremos con nadie, nunca más saldrá un canto desde nuestros labios... Y es natural que así nos parezca: un duelo... duele. Pero, por favor, no olvidemos que es necesario conservar al menos un pedacito de sí ajeno a esa auto-muerte: una parte que no crea en esos "argumentos definitivos" que el duelo impone... Permitirse, sí, estar turbado y confuso, incinerarse por dentro, y tirar fotos y papeles, y guardar lo guardable, y enojarse, y encerrarse, y salir, y volver a encerrarse... Porque es natural: un duelo... duele. Pero hacer lo imposible (y pedir ayuda si la necesitamos) para que esa parecita interna permanezca sobria, exenta de la negrura, recordándonos, desde en algún lugar recóndito, que la Vida reclama su continuación en nosotros, aunque no sepamos cómo hacerlo (la Vida misma nos lo irá diciendo).

Antiguamente se le llamaba "duelo" a esa instancia en que dos "caballeros" se citaban, cada uno con un arma caminaba en dirección opuesta, dándose la espalda, y a la voz de "ahora" se disparaban mutuamente (triste costumbre aquélla...). También en un duelo interno dos partes están en pugna: una que quiere morirse con lo que ha muerto, y otra que es esa partecita que implica nuestra conexión con la Vida. Es indispensable que la segunda se salve, haciendo oír su voz cada vez más nítidamente a medida que el proceso de duelo se elabore. Y la parte nuestra que muere con lo que se ha ido, resucitará bajo una nueva forma, en la nueva identidad que necesitaremos construir. Será indispensable darse el tiempo justo, hasta saber que es imperioso ya volver a la vida. Ésa será nuestra propia resurrección: el dolor del duelo, transformándonos. Millones de humanos la han vivido o la están viviendo ahora, al leer estas palabras (¿es ése su caso?). De modo tremendamente nítido describió su propio proceso Octavio Paz:


DESPUÉS

Luego de haber cortado todos
los brazos que se tendían hacia mí;
luego de haber tapiado
todas las ventanas y puertas;
luego de haber inundado
con agua envenenada los fosos;
luego de haber edificado

mi casa en la roca
de un No inaccesible

a los halagos y al miedo;
luego de haberme cortado la lengua
y luego de haberla devorado;
luego de haber arrojado

puñados de silencio
y monosílabos de desprecio

a mis amores;
luego de haber olvidado mi nombre
y el nombre de mi lugar natal
y el nombre de mi estirpe;
luego de haberme juzgado
y haberme sentenciado
a perpetua espera y a soledad perpetua,

oí, contra las piedras

de mi calabozo de silogismos,
la embestida húmeda, tierna, insistente,
de la primavera.

Octavio Paz

- Si Ud. ha vivido este tipo de experiencia, superando sus propias muertes internas, y quisiera que esa vivencia sea útil a otros, al clickear aquí encontrará un espacio donde podrá expresarsarse, para así APRENDER TODOS DE TODOS... (Hay varios Foros, uno de ellos destinado especialmente a este blog.)

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Imagen: Cali Rezo.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Ser criticado

¿Miedo a la crítica? Anótelo: en la mayoría de las personas este miedo se ubica entre los de primer rango. ¿Por qué? Porque, instintivamente, como animales gregarios que somos, sentirnos criticados nos hace tener miedo de ser excluidos de la manada. Y,en el reino animal esto significa quedar más expuesto a los depredadores, deambular sin territorio (sin agua ni comida), perder posibilidades de apareamiento... Cuando uno teme a la crítica, entonces, en principio reacciona desde lo más primal que rige nuestra conducta. Así, por largo tiempo, mientras adultece, el animal humano va tratando de adaptarse a los parámetros del sistema (aunque más no sea agrupándose con quienes se oponen al sistema!). Fracciona su identidad, escondiendo partes de sí para no ser exonerado, rechazado, excluido... criticado.

Pero en algunas personas existe una fuerza peculiar que les lleva, -o bien desde siempre, o bien promediando la mitad de la vida-, a, de todos modos, tomar el riesgo de ser diferentes, aunque esto signifique quedar expuestos a la crítica. Hablamos aquí de quienes han decidido convertir su propia vida en un peregrinaje. Sí: los antiguos le llamaban "Camino" al proceso de consolidar la propia identidad desde lo más esencial de sí (o sea, más allá de los condicionamientos del entorno). Y el problema es que si alguien se convierte en un verdadero individuo, será, por definición, diferente, porque en la periferia todos estamos formateados por el sistema imperante, pero en lo más profundo NO: allí cada uno de nosotros es esencialmente único (una modesta nota peculiar en la Gran Partitura de la Creación).

Hay quienes al ver al que Camina se sienten propulsados a caminar también. Pero hay quienes apedrearán al "raro", también instintivamente, como si tuviera una peste que pudiera "contagiar a la manada". De modo que es bueno saberlo: cualquiera que haya decidido apostar sus días a Caminar, necesita estar preparado para las críticas. Algunas le servirán de espejo: es inteligente escucharlas. Otras serán una buena prueba para medir cuán comprometido se está con el Camino como para no dejarse desviar por ellas. Justamente, las críticas de quienes están inmersos en la locura del sistema serán un buen indicio de aquello que se adjudica erróneamente al Quijote: "Ladran, Sancho. Señal de que cabalgamos...". Tan viejo es este tema que así lo dijo hace miles de años Lao Tsé:


Cuando el sabio oye hablar del Camino
trata de vivir en armonía con él.
Cuando el hombre normal oye hablar del Camino
sólo lo comprende en parte.
Cuando el loco estudia el Camino
se ríe de él.
Sin embargo, si el loco no se riera
no sería el Camino.
Por tanto, si buscas el Camino
escucha la risa de los locos.

Lao Tsé




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- Conferencia-Taller gratuito: "El trabajo con las emociones desde la Psicología Transpersonal", en el Jardín Japonés de Buenos Aires, por invitación de la revista "Uno Mismo" al evento "Caminos de Crecimiento". Estará a cargo de la Lic. Virginia Gawel, y será el viernes 28 de septiembre a las 14.30 hs. Para reservar vacante clickear aquí)

domingo, 9 de septiembre de 2007

El camino no elegido

Hay una actitud que suele ser muy difícil de sostener: salir de nuestra zona de comodidad. La "zona de comodidad" es aquella en donde siempre nos movemos, la más mecánica, la que elegimos por ser la más conocida. Puede ir desde cómo reaccionamos afectivamente, a lo que elegimos para vestirnos, comer o hacer turismo. Implica, de por sí, una evitación: la de tomar el riesgo de lo nuevo, o de jugarnos por aquello en lo que nuestro espíritu cree, pero que quizás no sea lo más popular.

Así como un individuo tiene sus propias "zonas de comodidad", también las tiene cada sociedad. Y aquí está el punto: desplegar nuestra real naturaleza rara vez consistirá en ejercer las opciones trilladas que un sistema propone. Implicará explorar la originalidad de quien se es y, generalmente, tomar caminos que son los menos transitados: lo no-masivo, pero también lo no-elitista (pues eso igualmente es parte de la mecanicidad del sistema). Elegir una vocación por amor y no por prestigio, crear una familia o una pareja con hábitos que no necesariamente sean los que la sociedad define como "norma", preferir una vida sencilla en vez del consumo a que nos empuja ese sistema, leer lo que no se lee, pensar lo que no se piensa, construir el propio modo de relacionarse con lo Sagrado, con el cuerpo, con el dinero, con la comida, con el sexo...

Tomar el camino menos trillado es obviar los mandatos que se imponen a nuestro interior, y también es DEJAR DE IMITAR. Cuando, cómodamente, imitamos, estamos ejerciendo la parte más primitiva del cerebro: lo que en biología se llama "cerebro de reptil", pues lo compartimos con las especies más primarias del planeta. Sí: tanto imitar las palabras que impone el programa televisivo del momento, como comprar lo que las vidrieras exhiben (en vez de lo que nuestra estética elegiría) o aún seguir lo que la "alta sociedad" considera como más refinado y de "buen gusto", implicaría ser algo así como... un lagarto! Y tal vez estamos llamados a ser otra cosa, más parecida a las mariposas... Pero eso, claro, es menos cómodo. Y casi siempre está más expuesto a las críticas (lo cual requiere de mucho coraje...). Como decía Elizabeth Kübler Ross, ante cada elección, -aún la más cotidiana-, escoger "la opción más elevada". Y, al final de nuestros días, honrarnos por no haber escogido el camino de lo viejo, lo cómodo, lo que los mandatos señalaban como "lo apropiado para nosotros". Escuchemos juntos:


EL CAMINO NO ELEGIDO

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
y apenado por no poder tomar los dos,
siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
mirando uno de ellos tan lejos como pude,
hasta donde se perdía en la espesura.


Entonces tomé el otro, imparcialmente,
habiendo hecho quizás la elección acertada,
pues era tupido y requería uso.
En cuando a lo que allí vi,
-hubiera elegido cualquiera de los dos,
y ambos esa mañana yacían igualmente-,
decidí guardar aquel primero para otro día.

Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto
con un suspiro de aquí a la eternidad:
dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo,
yo tomé el menos transitado.
Y eso hizo toda la diferencia.


Robert Frost

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- Imagen: "The path of the wise man", de Gilbert Wilson.

lunes, 3 de septiembre de 2007

¿Sustitutos de sí mismos?

¿Ud. conoce alguna persona real? Le preguntamos porque no son las que más abundan. Ojalá que Ud. mismo lo sea, y ojalá que nosotros lleguemos a serlo. Pero... ¿Qué es una "persona real"? Así les llamó Lao Tsé hace miles de años a quienes se han convertido en quienes realmente son (o sea, que se han auto-realizado). Veamos...

"Volverse real" implica hacer una realidad manifiesta aquello que sólo somos sólo en potencia: nuestros talentos y capacidades, lo que vinimos a expresar a este mundo. Pero hay otra acepción: "ser real" es dejar de ser imaginario para sí mismo. En tanto no desarrollamos un verdadero autoconocimiento, creemos ser nuestra autoimagen; así, imaginamos que podemos (cuando quizás podamos otra cosa, pero no ésa), imaginamos que no sabemos o no podemos (cuando en verdad se trata sólo de que no lo hemos intentado), imaginamos que somos de determinada manera, cuando quizás eso que decimos "ser" es nada más que lo aprendido,lo condicionado, y no nuestra real naturaleza, imaginamos ser como otros nos dicen que somos, nos comparamos con las imágenes que vende la sociedad y procuramos ser como esas imágenes dicen que hay que ser...

Esa identidad imaginaria no sólo nos limita: si no trabajamos sobre nosotros mismos se vuelve un triste reemplazo de quienes vinimos a ser. De este modo, -es curioso- una persona puede terminar siendo algo así como un suplente de sí mismo, un sustituto de sí... tal como los dobles de riesgo reemplazan al protagonista de una película. (Sólo que en este caso ese doble puede que le robe al actor principal todo el guión!) Escuchemos cómo Lao Tsé describe a las "personas reales":

"Están llenas aunque parecen estar vacías.
Gobiernan el interior, no el exterior.
Claras y puras, altamente sencillas,
no conciben la artificialidad,
sino que retornan a la simplicidad.
Comprenden lo fundamental,
abrazando el espíritu.
Contemplando la evolución
de los acontecimientos,
se ciñen a la Fuente.
Su atención está enfocada en el interior,
y comprenden la calamidad y la fortuna
en el contexto de la unidad.
Se mantienen en la simplicidad de la totalidad
y permanecen en el centro de la quintaesencia."

Lao Tsé

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domingo, 26 de agosto de 2007

Testarudez y flexibilidad (un cuento hindú)

Seguramente has de conocer gente testaruda, obstinada, ¿verdad?... O quizás sea ése a quien ves en el espejo a diario. (A nosotros nos sucede!) Sucede que, así como la flexibilidad física es propia de la juventud, con frecuencia la flexibilidad interna es un atributo de la madurez, luego de que uno empieza a ejercer espontáneamente lo que los tibetanos llaman “mente cuestionadora”: indagarnos a nosotros mismos para poder descartar aquellas creencias y puntos de vista que uno haya tomado como “la” Verdad, y que hayamos constatado como estrechos o errados. Y descartarlos aunque por largo tiempo nos hayan sido muy preciados!. Lao Tsé dijo “La flexibilidad es la vida, la rigidez es la muerte”: cultivar una mente flexible como un junco...

Es posible que quien tienda a ser lúcido haya estructurado su terquedad en su juventud, simplemente como medio de supervivencia, para no ser arrasado por lo que la TV y los diarios le han querido vender, y por lo que le han inculcado desde rancias creencias... Así, en esa edad uno se aferra a sus ideas propias, para protegerse de ser intoxicado por las ajenas. “Obstinado” significa, etimológicamente, eso: “aferrado, agarrado”. En la medida en que maduramos y confiamos más en quienes somos, podemos poner en tela de juicio esas “ideas propias” para entonces soltar las que se hayan vuelto un obstáculo en la búsqueda de la verdad.

“Testarudo” nace de la misma raíz que “atestar” = “llenar una cosa hueca (tiesto) apretando lo que se mete en ella para que quepa”. Pero si testarudamente nos aferramos a ideas viejas y disfuncionales, lo nuevo no encuentra el vacío necesario para refrescar nuestra mirada sobre nosotros mismos y sobre la realidad. Dejar de ser testarudo será limpiar nuestro propio recipiente interno de aquellas ideas que nunca nos hemos cuestionado, y que, sigilosamente, se han instalado en el trono que habría correspondido a la Verdad, gobernando desde allí, peligrosamente, nuestra vida... Este cuento hindú nos lo advierte:

Un viajero que recorría la India y que se definía a sí mismo como “buscador de la Verdad” encontró a un anciano serenamente sentado bajo un árbol, tallando una flauta. Le habían dicho que ése era el más sabio de la comarca. Se le acercó y, pidiéndole permiso para hacerle una pregunta, le dijo: “Señor, ¿cómo puedo llegar a la Verdad?”

El viejo sonrió y, sin dejar de hacer su tarea, le dijo, luego de un largo silencio: “Si lo que buscas es realmente la Verdad, hay algo que es indispensable que ejerzas por encima de todo...”

El viajero, presa de su propia ansiedad, interrumpió al anciano: “Sí, ya sé: una irresistible pasión por ella.”

El anciano hizo otro largo silencio, y allí arrojó su última frase al ansioso viajero: “No: una incesante disposición a reconocer que puedes estar equivocado.”

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- Queremos recordarles que este martes, 28 de agosto, comenzará el Seminario sobre Psicología Transpersonal Nivel 1 (modalidad a distancia, por internet). Participarán de él unas 40 personas afines, interconectadas desde distintos lugares del mundo. Quienes quieran participar de esta experiencia podrán ver el programa del Seminario clickeando aquí.

Imagen: Antiguo grabado de la India.

domingo, 19 de agosto de 2007

El miedo al error

A veces somos propensos a cometer cierto tipo de error: el error de no hacer, para evitar el error; uno se ovilla sobre sí mismo, abstrayéndose de actuar, en la mortal ilusión de que si no actúa no se equivocará. Y aunque en algunas ocasiones abstenerse de obrar puede ser sensato, cuando esto es fruto del miedo al error puede ser fatal. Tomar el riesgo del error para concretar nuestro anhelo más genuino, aún en las pequeñas cosas, es el motor del Sentido para cualquier vida. Y cuando eludimos la decisión de ese hacer, caemos en la trampa que señaló rudamente William Blake: "Quien anhela y no obra, engendra peste." (Ups!)

Así como "vocación" refiere a la voz interna (vocare) que nos propulsa para que nos orientemos en determinada dirección, "equivocarse" viene de "equi-vocare"= "tomar por acertada una voz interna que es errada, equivaliéndola al acierto (equi)". Sí. Y qué? Es natural: ser humano es ser una criatura propensa al error, y a través de ello es que esa criatura evoluciona. Equivocarnos nos vuelve más modestos: la vida nos muestra nuestro verdadero lugar. Errar nos hace madurar, y asumir el error como tal, procurando reparar a quienes ese error haya dañado, nos humaniza. Y si hay algo triste de ver en el mundo, es quien se sustrajo de obrar por miedo al desacierto: uno se vuelve media persona, pues se ha sustraído no sólo al error, sino también al acierto que la acumulación de errores puede propiciar. Pues la acumulación de errores es casi siempre el paso necesario para aproximarse a ese a-cierto, (es decir, a lo cierto: a la Verdad). De modo que concedernos la posibilidad de equivocarnos implica otorgarnos una libertad fundamental.

Les compartimos estas palabras del filósofo contemporáneo Jacob Needleman, tan claro para decirlo:

"Lo que sucede es esto: nos equivocamos,
y con mucha frecuencia.
En momentos insignificantes,
inadvertidos, una y otra vez nos equivocamos,
nos olvidamos o nos engañamos.
Minutos o décadas más tarde,
podemos darnos cuenta de lo ocurrido,
hacernos conscientes, volver en sí.

En ese momento experimentamos
una súbita y aguda conciencia
de nuestra falibilidad, nuestra falta de realización,
la debilidad de nuestra atención,
la crudeza de nuestra comprensión.
En esos momentos nos sentimos
humillados y desconcertados,
resultando todo ello desagradable para el ego,
hábil como es en impedir que tales sentimientos
entren en la conciencia. Frecuentes fallos de la atención
y la discriminación resultan inevitables;
el recobrarse conscientemente de ellos
no se produce en forma automática.

La capacidad de experimentar estas humillaciones
altamente instructivas y correctivas y permitirles inculcar
una genuina humildad es, desde nuestro punto de vista,
crucial para el arte práctico del desarrollo espiritual interno."

JACOB NEEDLEMAN

- En nuestro sitio web podrás encontrar el texto de una conferencia virtual que hemos ofrecido sobre el tema de los miedos. Para acceder a ella, clickear aquí, y seleccionar la opción llamada "Fogones".
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- Te invitamos a leer algunos pensamientos de Jung en nuestro blog Onírica 2000, cickeando aquí.

Imagen: "L ´homme au chapeau melon", de René Magritte.

domingo, 12 de agosto de 2007

Reprimir lo mejor?

Hay gente muerta, y hay gente viva, claro. Pero también hay un tercer rango: la gente semi-muerta. Aquélla que se imposibilita a sí misma el estar totalmente Viva (así, con mayúsculas). Todos reprimimos asuntos densos: ira, instintos tumultuosos, complejos, conflictos... Pero existe algo más: cuando uno reprime su real Naturaleza (aquello que vino a Ser, aquello que le hace único: su Potencia Esencial...). En la Psicología Transpersonal se le llama represión del Atman: sofocar esa porción del Todo que cada uno de nosotros encarna (eso es el Atman: la chispa de lo Divino encarnada en cada humano). El Creador encarcelado con barrotes de "No puedo". Nuestra identidad más sagrada es ese preso. Pero hay una buena noticia: nosotros mismos somos el carcelero. NADIE MÁS tiene la llave para abrir definitivamente esa celda.

La condena autoimpuesta consiste en inhibir quien se Es, sobreadaptándose para encajar en el entorno, y tomando como propios antiguos mandatos que debieran haber caducado. Y la represión de la propia Esencia genera síntomas muy concretos, tal como enfermedades físicas, angustia crónica, ansiedad, y, sobre todo, depresión: la infinita tristeza de un alma que pudo obtener una vida humana, un cuerpo, una circunstancia para desplegarse... y que siente que va perdiendo esa oportunidad día a día. Eso es estar semi-muerto. En algunas personas, lo único que falta morírseles es el cuerpo...

Si es glorioso declarar la independencia de un país respecto de cualquier tiranía, y celebrar cada año esa fecha, es necesario convertirnos en nuestros propios libertadores: declarar la propia independencia respecto del opresor. Y EL OPRESOR ES UNO MISMO. Nadie más. Casi siempre, si hay un opresor AFUERA, es que le hemos firmado una autorización interna para que ejerza. Des-reprimir nuestra Esencia es recuperar el Sentido, la alegría... Es volver a estar Vivos por completo. Ojalá seamos todos, poco a poco, nuestros propios libertarios... En otras palabras:


POTENCIA ESENCIAL

"Tengo miedo", clamaba la semilla;
y a pesar de absorber sol y humedades,
renunció a germinar en sus verdores,
reprimiendo su yémula incipiente.

El águila gritó: “Ay, yo no puedo!”
y, plegando sus alas, desde el suelo,
resignándose, ansiaba las alturas,
cual si fuera un reptil definitivo.

"No sé cómo se hace", dijo el árbol,
sin animarse a dar flores ni frutos
ante el reclamo de la Primavera,
turbulenta, urgente, impostergable.

¿Qué verías si la Naturaleza
negara su potencia, su destino?
Frutales secos y pájaros rastreros,
sembradíos estériles y yermos...

Que no me pase a mí: que no me quede
anhelando accesibles utopías.
Que no viva como un muerto insepulto,
amortajadándome en lo rutinario.

Que no se me adormezca la Vigilia.
Que no se me amordace la Llamada.
Que entre mis bordeleses no se agríe
el Vino sin haberlo convidado.

Que me lance al estreno, y no eternice
mis ensayos detrás de los telones
sin que vibren los tímpanos del mundo
con la música de mis instrumentos.

Que el miedo no me encoja, no me vuelva
un bonsai de mí misma, mustio y triste,
retrayendo mis raíces temerosas,
adaptadas a un magro recipiente.

Que me atreva y te atrevas, fogueando
los mejores valores de la especie
en brasas de discretos esplendores
para que al fin refuljan plenamente.

Que la modestia no nos vuelva tibios,
porque la Vida hierve, y necesita
que indefectiblemente se le otorgue
poder al Bien en manos de los buenos.

Que el Tiempo Señalado es este tiempo,
porque el átomo estalla y se hace tarde.
Tejamos una Red con Hilos Vivos:
no dejemos que ganen los que matan.


Virginia Gawel
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domingo, 5 de agosto de 2007

Fracasar exitosamente

La Vida necesita que fracases. Sí, es cierto, todo a tu alrededor te pide que, en cambio, seas exitoso: los anuncios de la TV, los afiches de la calle, y quizás las voces que registraste en tu cerebro a lo largo de toda tu historia. Y no está mal, tal vez, que esas voces te pidan el éxito. El problema es que te exijan SOLAMENTE el éxito! Porque eso es irreal: la Vida no funciona así, de ninguna manera...

“Fracasar”, etimológicamente, significa “hacerse pedazos” (como “fraccionar”). Y cada vez que uno, como Osiris, recoge luego sus pedazos, tiene la OPORTUNIDAD de ELEGIR con cuál de ellos quedarse. De descartar lo que NO nos sirva para SER QUIENES NECESITAMOS SER. El fracaso nos muestra lo accesorio, lo inútil, lo mal aprendido, lo que tergiversa nuestra real identidad. Así tenemos la posibilidad de volvernos MÁS ENTEROS, MÁS ÍNTEGROS. Con ello, más modestos, más compasivos, más aceptantes de quienes somos y de nuestros límites verdaderos.

La palabra “éxito” significa “salida”. Y, sí: el VERDADERO éxito es SALIR DE NUESTROS FRACASOS SIENDO MEJORES PERSONAS. Todo otro éxito es de menor importancia comparado con ése.

Carl Jung lo dijo muy límpidamente en un texto escrito en el peculiar estado que le produjera el quebararse un pie y haber tenido simultáneamente un infarto. Cuenta que, en esa situación, sus experiencias, -entre oníricas y visionarias-, le proporcionaron una extraordinaria claridad. Nos dice textualmente sobre este punto:


"Hubo además una cosa que resultó de mi enfermedad.
Podría formularlo como una afirmación del ser:
un sí incondicional a lo que es,
sin objeciones personales.
Aceptar las condiciones de la existencia,
tal como yo la veo: tal como la entiendo.
Y aceptar mi propia esencia,
tal como soy concretamente.
Al principio de la enfermedad
tuve la sensación de haber incurrido
en un error en mi actitud y por ello
ser responsable, en cierta medida, de mis fracasos.
Pero cuando se sigue el camino de la individuación,
cuando se vive la vida,
hay que aceptar también el error;
de lo contrario, la vida no sería completa.
No existe garantía alguna -en ningún instante-
de que no incurramos en el error
o en un peligro mortal.
Se cree quizás que existe un camino seguro.
Pero éste sería el camino de los muertos.
Entonces ya no sucedería nada,
o en ningún modo lo que debe ser:
quien sigue el camino seguro,
está exactamente muerto.

Sólo después de la enfermedad
comprendí lo importante que es para el propio destino
el decir SÍ.
Pues de este modo hay un Yo que luego no desertará
cuando suceda algo inconcebible.
Un Yo que persiste, que soporta la verdad
y que está a la altura del mundo y del destino.
De este modo se habrá experimentado en un fracaso
también una victoria. Nada es estorbo
-ni por fuera ni por dentro-, pues la propia continuidad
ha resistido al fluir del tiempo.”
Carl Jung
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Imagen: "Sun fractal", de Thomas Place.

domingo, 29 de julio de 2007

La opinión ajena

...Un momento: no se deje intimidar por la opinión ajena. Es claro que en muchas sociedades ha quedado como “anticuado” o “pasado de moda” el ser recto, honesto, veraz. Es más: hay quienes apelan al léxico de la Psicología para defenestrar ese tipo de actitud, evaluando a quien la practica como “reprimido”, “atado a mandatos”, “rígido”... un “superyoico” (entendiendo que para Freud el Superyó sería una instancia psíquica que exige el cumplimiento de las reglas aprendidas).

No: la ética más profunda no es aprendida. Nace del cabal reconocimiento, -muchas veces intuitivo-, de que todos somos Uno: porciones del Todo jugando el juego de estar vivos. Así, respetar al otro es respetarse a sí mismo, y dañar al otro implica dañar una parte de sí. Este tipo de ética, como nace desde adentro, puede ser vital aún en quien quizás creció en una familia que practicaba el “no me importa” más que la recta acción.

Si cada uno de nosotros se conectara con su verdadero Ser, no haría falta regla externa: así como la compasión nace de sentir-con-el-otro, no contaminaríamos un río porque sentiríamos que estamos hechos de ese agua, no tiraríamos un papel porque ensuciaríamos el caminar del otro, -que es igual a uno mismo-, procuraríamos ser rectos ya no para evitar el castigo de un Dios punitivo, ni para complacer a nuestro Superyó, sino porque la opción contraria implicaría auto-traicionarnos. A pesar de la opinión ajena, aunque muchos se burlen o no respeten lo que nosotros sí respetamos, se hace lo que hay que hacer porque el alma no tiene otra opción que no le haga sentir vergüenza de sí misma. Por eso Krishnamurti le llamó "acción sin opción". Así también lo dijo el genial psiquiatra suizo Carl Jung:

“Lo que cuenta y que para mí tiene sentido,
es vivir tan plenamente como sea posible
para satisfacer la voluntad divina en mí.
Esta tarea me absorbe tanto que ya
no tengo más tiempo para otra cosa.
Si viviéramos todos de esta manera,
no necesitaríamos ni ejército, ni policía,
ni diplomacia, ni política, ni bancos.
Nuestra vida sería sensata y no sería
una locura tal como lo es actualmente.”

Carl Jung

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Imagen: "Compassion", de Brian Howlwitt y John Tarrant

domingo, 22 de julio de 2007

Frente al espejo

Hemos aprendido mal. Es como si hubiésemos entendido que ser buena persona se tratara de ejercer una despiadada Ley sobre quien se es. Sí: resulta muy usual que la buena gente reserve su crueldad, su implacabilidad, su falta radical de tolerancia... para consigo misma. Puede que jamás uno sea ni haya sido así con nadie en este mundo! Hemos confundido ser autoapreciativos con ser narcisistas, ser correctos con no disculparnos ningún error, ser modestos con enmudecer nuestro Canto...

Y es necesario, sí, aceptarse y perdonarse. Pero también hay algo más: pedirse perdón a sí mismo. Por toda la impiedad autoejercida. Por el automaltrato. Por exigir de sí mismo lo que uno no se atrevería a exigirle a nadie.

En Oriente se habla de Maitri, traducible como “amistad incondicional consigo mismo”. Ser con uno tal como somos con nuestros amigos: alentarnos a expresar lo mejor que tenemos, y, pacientemente, a subsanar falencias y desaciertos... Tal como cuidamos el vínculo con nuestros amigos porque sabemos que son valiosos, así necesitamos aprender a cultivar un vínculo sano y afectuoso con nosotros mismos.

Aquí va un poema que escribí hace algunos años para un Taller sobre este tema. Ojalá les acompañe...

FRENTE AL ESPEJO

Yo, que comí la cáscara
por no merecer la pulpa.
Yo, que le creí a la culpa
y me escondí tras su máscara.

Yo, que me abofeteé y me dije
los más obscenos insultos,
que me negué a darme indultos
condenándome a estar triste.

Yo, que suicidé a mi anhelo
para lograr ser querido.
Yo, que me enemisté conmigo,
truncando todos mis vuelos

Yo, que me escupí en la cara,
abusador de mí mismo.
Yo, que complací al cinismo,
sobornando a quien me amara.

Yo: exigente y despiadado,
con nadie como conmigo.
Yo: mi más cruento enemigo,
mi juez y mi sentenciado...

...me levanté esta mañana
cansado de no quererme,
de apagarme, oscurecerme
(que mi luz no encandilara).

Vi en el espejo mis ojos
mirándome en mi mirada,
tantas veces empañada
por mirarme con enojo...

Y me di ternura... Y vi,
en ese rostro cansado
que me observaba extrañado,
lo bello de lo que fui:

me vi ante los que han sufrido
amparando el desamparo.
Me vi veraz. Me vi honrado.
Me vi noble. Me vi erguido.

Me vi alentando lo Hermoso.
Me vi reparando heridas.
Con mi sangre agradecida
me supe ingenuo y gozoso.

Me vi venciendo al Abismo
sin mancha ni cicatriz...
y quise hacerme feliz
honrando que soy yo mismo.

Que soy franco, solidario.
Que soy leal y confiable,
y que cuando envainé mi sable
aposté a lo humanitario.

Sin autocompasión malsana,
fui piadoso ante mi pena,
y levanté mi condena...
como el que, amando, se ama.

Aprecié que, pese a todo,
pese al error y al acierto,
siempre elegí estar despierto,
sin sumergirme en el lodo.

Y mirando mi mirada
me pedí perdón, llorando.
Y, de mirarme mirando,
Amé a ése a quien miraba.

Quiero empezar a regarme,
fiel labriego de mí mismo,
porque no es egocentrismo
abrir mi Esencia y mostrarme.

Vine a Ser. Y eso decido:
dispongo abrirme a la Vida.
¡Ya basta de tanta herida,
siendo heridor... y el herido!

Declaro, en el día de hoy,
no una tregua: una Amistad.
Asumo la potestad
de respetar a quien soy.

Por todo lo que no fui,
y por lo que hice posible,
así: imperfecto y querible,
decido creer en mí.

Virginia Gawel

Nota: Hoy, domingo 22 de Julio, Eduardo Sosa, dará una conferencia virtual sobre este tema. Quien quiera participar, podrá hacerlo clickeando aquí, y quien esté leyendo estas palabras después de esa fecha podrá solicitarnos el texto de ese encuentro. Para obtener información sobre la autora del texto y sobre el conferencista, clickear aquí.

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Imagen: Gregorio Sabilon.

domingo, 15 de julio de 2007

Cuidado con el des-Aliento...

Sí, estamos rodeados de malas noticias: corrupción, muerte, colapso ecológico, y distintas depredaciones de lo Viviente. Tracemos ahora una raya, como la sinuosa línea que divide al Yin del Yang, lo Claro de lo Oscuro: declaremos lo Claro como el territorio de quienes cada día apuestan a la Vida. Lo Oscuro, como el reino de quienes gestan destrucción con sus gestos. Uno mismo decide su ubicación en ese mapa: de un lado, del otro (sabiendo que en toda persona honesta hay también algo de oscuridad, por supuesto, y viceversa!). Pero, mírelo... en ese mapa hay una zona peligrosa: la línea que separa lo Claro de lo Oscuro. Allí están no sólo los indiferentes, los que deciden la mediocridad sin Vivir. Allí también somos propensos a habitar cuando nos desalentamos. No es que, como al mediocre, al desalentado el asunto no le interese: es que cree que nada de lo que haga servirá para nada, y, por ende, decide quedarse en esa línea del medio, dolorosamente paralizado.

Cuidado con el desaliento! Es la trampa mortal para los que nacieron con el corazón despierto: han venido como Walt Withman, que dijo de sí mismo, "Yo soy un hombre que riega la raíz de todo lo que crece". Pero se les agotó el agua. La palabra "des-aliento" significa desconectarse del Hálito de Vida. Etimológicamente quiere decir "perder el Anhelo". El Anhelo de dejar una huella, de hacer algo valioso. Epa! Arriba, que se hace tarde!! En la Psicología del Budismo, una actitud a desarrollar espiritualmente es el VIGOR: poner energía, ganas, en el trabajo sobre sí y sobre el mundo. Aunque sea tan pero tan duro y difícil a veces! Aunque al Vigor haya que inventarlo desde adentro. Entonces, ante el des-Aliento, volver a res-Pirar. Porque, como bien sabemos, "pyr" es "fuego", y res-pirar significa mantener encendido el Fuego dentro de sí (más allá de la combustión biológica que la respiración implica). El poeta sufi Rumi (nacido en Persia en el 1207), ya siendo viejo sintetizó su biografía, magníficamente, en sólo cuatro palabras: "Ardí, ardí, y ardí".

La muerte que nos rodea necesita de nuestra Vida. Necesita de nuestro Vigor, de nuestro Arder. Una lucha pacífica que se ejerce día a día. Se lo decimos y nos lo decimos: UNO NO ESTÁ SOLO EN ESA DECISIÓN DE REGAR LO QUE CRECE. Aunque se seque eso que regamos: hay más, y mucho más, que necesita de nuestra Agua. Mudarse de la línea inerte, otra vez, hacia lo Claro. Ojalá estas palabras le lleven hoy Aliento... Ojalá Ud. lo convide, hasta que vuelva a nosotros, que también lo necesitamos. Por la propia Vida, por la Vida de todos, cultivando la conciencia por los Derechos Humanos desde lo Claro, así canta Víctor Heredia:

Nada sé de la muerte:
me interesa la Vida,
aunque a veces me roce
con su mano tendida
la parábola extraña
de una hoja caída.
Son retazos del tiempo
que se empeña en su oficio
de pasar como el viento
susurrando a mi oído
que este día infinito
se desploma marchito.
Y aunque sea un instante
de dolor desmedido
este paso anhelante
por el mundo y su olvido,
pasaré como el toro
con los ojos bravíos.
No conozco otro modo
de ganar lo que es mío.
Porque de esa manera
soy un hombre más vivo,
huelo la primavera
y oigo cantar al río.
Quiero sólo lo nuestro,
lo que es justo y debido;
para eso peleo,
para eso he nacido.

Víctor Heredia *

(* Victor Heredia es un destacado escritor y cantautor argentino, activista por los Derechos Humanos. Gracias, Silvia y Mumy, por recordarnos esta canción! )
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Imagen: "Yin-Yang", batik de Ann Arles.

domingo, 8 de julio de 2007

"Dios mío!"

Aún quienes se definen como ateos cada tanto emiten esta expresión tan universal: "Dios mío!". (Y a veces esto implica que muchos "ateos" se dicen así porque abdican de las creencias instituidas, pero en verdad... son más rectos y espirituales que ciertos supuestos "religiosos"!). Y es que tal vez ese decir implique algo más que una expresión posesiva del ego, volviendo "mío" lo más universal que existe. Quizás en nuestro fondo sabemos que, quien tiene una Búsqueda honda del Sentido de la Vida, finalmente vaya consagrándose a lo Transcendente (con cualquier nombre que sea), de una manera muy íntima, muy suya, muy personal.

Así, la expresión "Dios mío!" podría implicar... Primero: El reconocimiento intuitivo de que cada ser viviente encarna una porción del Todo, de manera que al decirlo es como si Ud. invocara a su interioridad más profunda (como dice un Salmo: "Mi porción es Dios"). Segundo: Que cuando se ha decidido vivir la espiritualidad de un modo que no sea "de memoria", como algo repetido y externo, tal vez uno vaya construyendo su propia manera de re-ligarse . En este caso, en vez de "religiones monoteístas", podríamos hablar de "religiones monopracticantes": con SÓLO UN DEVOTO, que es aquél que le ha dado forma desde SU interioridad, sin otra guía más que la de su propio Ser, teniendo como base O NO cualquier religión instituida. Los re-ligamientos individuales estarían hermanados en su esencia, pues la Porción que encarna a cada individuo proviene de una misma Fuente...

Ese "Dios mío" sería "mío" porque es como YO lo experimento: una irrefutable relación íntima con lo Sagrado, marcada por una rectitud no aprendida, nacida de la Conciencia, de la Libertad. Legitimar sin culpas esa manera de re-ligiosidad implicará que ya no se adormezca con ningún dogma externo que insufle miedo o indique por dónde es el Camino. Podrá orársele a "Eso" con las propias palabras, podrá llamarse de cualquier modo. Aquí queremos hoy compartirle un poema de la India, donde se le nombra tan bellamente: "Señor de los Colores"...

“Alguna vez, posiblemente, tuve
mi corazón
hundido en el pantano
de los días contados.
No recuerdo.

Tú eres el destructor de los castillos
de arena que se yerguen
en la playa.
Me pierdo por mirarte.

La espuma de tu boca me susurra
los ocultos sentidos de las huellas
que la orilla renueva.

¿Dónde habré
de hallar un nuevo cuento
que adormezca mis sentidos,
Señor de los Colores?

Libre me has hecho, libre permanezco.
Ye estoy perdido en tu fulgor de rayo."


Ramesh Nivekar
(Traducción: Mirta Rosenberg)

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Imagen: "Lakota and the Criator", de William Brooks.

domingo, 1 de julio de 2007

"No tengo tiempo!!!"

"Ya estamos a mitad de año!!", "Se me fue la semana y no hice lo que quería...". A Ud. le pasa? Algunos científicos hablan de que esto no es meramente una sensación personal: lo que se conoce como "Teoría de la Resonancia Schumann" dice que la Tierra tiene un campo magnético que ha pulsado desde siempre con un ritmo preciso: 7,83 pulsaciones por segundo, pero que en estos tiempos está acelerando hacia 12 ciclos por segundo. Bien: nuestro organismo está hecho de la Tierra, y sus ritmos vibran en total sintonía con los de la Naturaleza, de manera que esa aceleración del pulso terrestre podría oficiar como de marcapasos respecto de los ritmos de nuestro organismo, generando una sensación de aceleración en el paso del tiempo, que haría que experimentemos un día de 24 horas... como si fuera de 16!!

Será así? Aún no se ha dicho la última palabra respecto de este postulado, pero en la experiencia personal parece bien posible, verdad? Esto nos habla también de que la Tierra no es meramente un cascote gigante que flota en el Cosmos, sino un ser viviente, con su propia inteligencia, sus ciclos, su realidad. Tal vez pueda Ud. sentirla ahora mismo, bajo sus pies, como un inmenso animal redondo... que necesita de nuestro afecto y cuidado!

Sea como sea, el tiempo se escurre. Cómo hacer para atraparlo? En este mismo instante, al leer estas palabras Ud. está tomando este tiempo para sí mismo. Qué bueno! Si no nos detenemos cada día un instante en esa vertiginosidad para mirarnos a nosotros mismos, nuestra vida marcha como por inercia hacia donde ni siquiera nos damos cuenta. Es vital reordenar nuestro día, nuestra semana, priorizando lo que realmente importa. Así lo hacen quienes saben que les queda poco tiempo de vida. Y así, en realidad, es para todos nosotros, pues la vida humana es breve. Sin embargo, neciamente a veces procuramos "matar el tiempo". En vez de "matarlo", necesitamos DAR VIDA AL TIEMPO! Es nuestro único capital: invirtámoslo, en lo posible, sólo en lo que valga la pena. Hacer cada día algo fuera de la rutina: pequeños momentos no-olvidables, que aporten SIGNIFICADO al diario vivir. Aquí va un poema para acompañarle...

Día cotidiano:
déjame apreciar el tesoro que tú eres.
Déjame aprender de ti, déjame quererte y honrarte
antes de que te vayas.
No me dejes pasar por ti buscando
un mañana perfecto y extraño.
Permíteme sostenerte por un rato
porque esto no será siempre posible.
Porque quizás algún día
clavaré mis uñas en la tierra,
enterraré mi cara en la almohada,
me pondré muy tenso, levantaré mis manos al cielo...
y lo que más querré en el mundo
es que tú regreses.

Mary Jean Iron
Ah! Le damos una BUENA NOTICIA! Hemos abierto un nuevo FORO para que quienes lean los Pensamientos Sensibles da cada semana pueda expresar su propia impresión, o su experiencia personal acerca de cada tema. Podrá encontrarlo clickeando aquí , junto con otros Foros también abiertos, para leer o participar.
Imagen: "Fathertime" , de Don Tatro.

domingo, 24 de junio de 2007

Mentir es tentador

"Probo" significa, según el diccionario, una persona cuya integridad y honestidad resiste toda prueba. Mentir es tentador: se necesita ser muy valiente para elegir no hacerlo. Lo ilustra de bello modo una historia de autor desconocido que hemos escuchado, y que hoy le convidamos con nuestras propias palabras:

“Estaban ya todos en la Plaza de la Aldea Central: el Círculo de Ancianos debía elegir nada menos que al nuevo Gobernante del país. Cada aldea había elegido al joven que considerara su mejor representante. Y allí estaban: unos cien, de cada punto cardinal. Dijo el Anciano Mayor:

- Les estamos entregando a cada uno un cuenco con tierra. Contiene una semilla. Tendrán que llevarla y cuidarla durante cuatro lunas. Al fin de la Primavera volveremos a reunirnos. Será nuestro nuevo Gobernante aquél que haya cultivado la planta que dé la más bella flor.

Sorprendidos por el nuevo sistema de elección, todos volvieron a sus respectivos terruños, cada uno con su cuenco en mano.

Pasó el tiempo. Xian había dedicado cada día a cuidar la futura planta: le regaba, aireaba la tierra, ubicaba el cuenco al sol, le hablaba con dulzura... Sin embargo, luna tras luna el resultado era el mismo: nada brotaba de la tierra. Qué terrible desgracia! Sentía el peso de la responsabilidad ante quienes le habían elegido en su aldea. No procuraba importancia personal, sino servir a su pueblo tal como su pueblo se lo pedía, aún considerándose indigno de tal honor.

Llegó el día: tendría que presentarse con la vergüenza de mostrar, a la hora de la verdad, su cuento tan vacío de verdor como se lo habían entregado. Lo haría, sin duda que lo haría. Cabalgó tres días con sus noches. Al acercarse a la Aldea Central, comenzó a ver a los otros jóvenes portando sus respectivos cuencos, engalanados con bellísimas plantas de abundaje follaje y flores inmensas. Sólo Xian tenía su cuenco vacío, despertando sonrisas complacidas en sus contrincantes.

Ya estaban todos reunidos en la Plaza Principal. El silencio era total. Los Ancianos caminaban entre las filas, viendo las increíbles plantas que cada joven había puesto a sus pies con visible orgullo. Sin embargo, ni una palabra salía de los labios de aquellos Ancianos. Ni un gesto. Raro, pues cada flor merecía la mayor exclamación. Para su sorpresa, Xian sólo escuchó esa exclamación cuando los Ancianos llegaron hasta su cuenco, apenas lleno sólo de tierra:

- Aquí está! Él es!!!, -dijeron los Ancianos a viva voz, abrazando a Xian, ante el estupor de todos los otros jóvenes y del pueblo que, azorado, contemplaba la escena.

El Anciano Mayor se subió a un estrado, llevando a Xian consigo, y habló a todos, desbordando regocijo:

- He aquí a quien nos gobernará en los próximos años. Sabemos que será recto y honesto. Que es una persona de bien, valiente, íntegra, humilde, regida por sus mejores convicciones. Se preguntarán cómo lo sabemos. Es muy simple: el cuenco que cada uno de estos jóvenes ha llevado, sólo contenía TIERRA. En ninguno, en NINGUNO de ellos, nunca hemos sembrado semilla visible alguna. La única semilla ha sido, si se quiere, invisible: LA SEMILLA DE LA PROBIDAD. Sólo los bravos saben cultivar esa exótica flor: la más bella de todas.


El pueblo irrumpió en un dulce llanto: la confianza había quedado inequívocamente sellada.”


Más allá de que el mundo sería distinto con gobernantes así: ¿qué hacemos cada uno de nosotros con nuestro propio cuenco, día a día? Ojalá nos animemos a mostrarlo vacío cada vez que sea necesario, aún en las pequeñas cosas... Ojalá!

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Hasta la próxima!

Imagen: Helen Shafer García

domingo, 17 de junio de 2007

"Te quiero", "Te aprecio"...

"Te quiero". Estas palabras tienen, quizás, tantos significados como personas las pronuncien. A veces, un dejo posesivo (como si fuera "Te quiero PARA MÍ", tan poco íntimo como decir "Quiero tal cosa".) Pero vayamos hacia el otro "Te quiero": el que implica un cierto grado de Amor (en tan distintas gradientes que abarcarían desde el vecino de enfrente a un padre, un hijo, un amigo).

Allí se aplican con más contundencia las raíces etimológicas de esta expresión: pariente de "caro" y "encarecer", se entrelaza con "Te a-precio"="Me doy cuenta de tu VALOR" (tu "precio", que con nada puede pagarse, tu singularidad tan valorable para mí...). Y también el "Te quiero" nace de la misma raíz que "querencia", palabra que define el diccionario como "Inclinación del hombre y de ciertos animales a volver al sitio donde han nacido o estado mucho tiempo." En esta acepción, "querer" obedece a su otra raíz: "buscar desde cierta nostalgia relacionada a la pertenencia". De modo tal que cuando decimos "Te quiero", en el fondo estamos diciendo "Mi lugar en esta Tierra también eres tú". Reconocemos al otro como parte vital de nuestro mundo (pues los lugares generalmente no son sitios físicos, sino vínculos que se han desplegado en esos lugares). Así, decir "Te quiero" significa entonces también "Si no estuvieras, no sería lo mismo. Sentiría nostalgia de tu presencia."

Bello, verdad? Sin embargo, la mayoría de las personas, a lo largo de una semana, dicen pocas veces "Te quiero", "Te aprecio". Y algunos... nunca o casi nunca! Hay a quienes les es más fácil expresar un malestar o una crítica. Si la persona SE DA CUENTA de que está en esa trampa, es posible que experimente un sufrimiento consciente; entonces trata... le cuesta... se siente maniatada por no poderlo decir. Sin embargo... hay que intentarlo! Una y otra vez: a viva voz, con cartas, con gestos... Como si elongáramos un músculo tieso, pacientemente, hasta volverlo ágil y flexible (aunque al principio nos duela cuán anquilosado está!). Si no lo hacemos, algo dentro se opaca: experimentamos un sin-sentido que, con el trabajo apropiado, sería evitable.

Estos antiguos y conocidos versos parecen mostrar exactamente esto. Nos pareció bueno hoy recordarlos...

Qué doloroso es amar, y no poderlo decir...

Si es doloroso saber
que va marchando la vida
como una mujer querida
que jamás ha de volver...
Si es doloroso ignorar dónde vamos al morir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.

Triste es ver que la mirada hacia el sol levanta el ciego,
y el sol la envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada;
ver su mirada tranquila a la luz indiferente,
y saber que eternamente
la noche va en su pupila bajo el dosel de su frente.

Pero si es triste mirar y la luz no percibir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.

Conocer que caminamos bajo la fuerza del sino,
recorrer nuestro camino
y no saber dónde vamos;
ser un triste peregrino de la vida
y en el sendero no podernos detener
por ir siempre prisioneros del amor, o del deber.

Mas si es triste caminar
y no poder descansar
más que al tiempo de morir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.

Vivir como yo, soñando con cosas que nunca vi,
y seguir, seguir andando,
sin saber porque motivo ni hasta cuándo.
Tener fantasía y vuelo
que pongan al cielo escalas...
y ver que nos faltan alas
que nos remonten al Cielo.

Mas si es triste no gozar
lo que podemos soñar,
no hay más amargo dolor
que ver el alma morir
prisionera de un amor...
y no poderlo decir!


JOAQUÍN DICENTA

Entonces: ¿por qué no decirlo YA? Pues casi siempre erradicar esa tristeza depende de nuestra actitud. Le invitamos a que pruebe esta semana con cada persona que se cruce por su camino, desde el vecino de enfrente hasta... todos! Que cada uno se entere del a-precio que despierta en Usted. Que lo disfrute!


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Imagen: Antiguo grabado sufi.

domingo, 10 de junio de 2007

Elegir la desnudez

"Soñé que iba a una fiesta y de pronto me daba cuenta de que... estaba desnudo! En un callejón encontraba ropa. Me probaba una y otra prenda, pero todas me quedaban ridículas... Qué desesperación!" Con distintas versiones, este sueño es muy común. ¿Alguna vez lo soñó? Ojalá! Por qué? Porque, si bien cada sueño debe ser interpretado según la situación del soñante en particular, con frecuencia una vivencia onírica como ésta representa un aviso del Inconsciente, que podría descifrarse como: "Ya no finjas más, no pretendas más, no te disfraces más: SÉ EL QUE ERES!"

Es que para encajar en el mundo, ser queridos / respetados / deseados / protegidos (etc....) adoptamos distintos disfraces. En tal situación, somos como un pájaro pardo que se sintiera inadecuado por serlo, y decidiera entonces pegarse una pluma roja en el pecho, para ser "más atractivo". ¿Qué le sucedería? Atraería a pájaros que no serían los de su especie! Sí: siendo quienes no somos atraemos una vida que no es la nuestra: parejas, situaciones, amigos, profesión... Si el proceso de alguien va bien encaminado, en algún punto se hartará de la pluma roja: abdicará de todo esfuerzo por esconder partes de sí y sobreactuar otras para irradiar cierta imagen hacia los demás.

La tarea de los Asesores de Imagen que tienen muchos políticos es buscar estrategias para causar cierta impresión social (y no otra). Así, manipulan la opinión pública. Rechazante, ¿verdad? El problema es que dentro nuestro solemos tener un Asesor de Imagen que se preocupa de que seamos vistos de determinada manera. Necesitamos rescindirle su contrato! Pues sostener esas imágenes demanda una energía preciosa que podríamos destinar, en cambio, a desplegar LO QUE REALMENTE SOMOS. Elegir la desnudez, más que una decisión, es un proceso. En la Psicología Transpersonal se le llama "convertirse en el Segundo Adán": desnudos, dejándonos ver tal como somos. Qué descanso para el espíritu que es esa autenticidad!

Aquí van unas palabras del lama contemporáneo Chogyan Trungpa, para que, si se siente en resonancia con esto que hoy le convidamos, le acompañen ...


“No es exactamente cuestión
de quitarse la armadura.
Se trata de ver
la posibilidad de desnudez,
de ver que uno puede relacionarse
desnudamente con las cosas.
Así, en algún momento,
el relleno que uno lleva
alrededor de cuerpo
se torna superfluo.

No se trata tanto
de renunciar a la máscara,
sino de que la máscara comience
a renunciar a uno,
debido a que ya no cumple
ninguna función."

CHOGYAM TRUNGPA

- CONFERENCIA y MATERIAL GRATUITO: Hoy, domingo 10 de junio, a las 18.00 (hora argentina) ofreceremos una Conferencia Virtual gratuita con el título "Nuestro pasado y los sueños: el laboratorio del Inconsciente". Si quisiera sumarse a esta experiencia de la que participarán personas desde todo el mundo, clickee aquí. (Si Ud. está leyendo esta información pasada esa fecha, podrá solicitarnos la copia del texto de esa conferencia enviando un mail a info@centrotranspersonal.com.ar) Para acceder a material gratuito sobre ese tema clickear aquí.

- NUEVO BLOG: Hemos inaugurado un nuevo blog, llamado Onírica 2000. En él podrá hallar material relacionado con el tema del Inconsciente y los sueños, e iremos renovándolo frecuentemente, para convidar herramientas que le puedan ser de utilidad en el conocimiento de sí. Para visitar ese blog, clickee aquí.

- FOROS y LIBRO de VISITAS: Si quisiera expresar su impresión sobre este texto o sobre lo que encuentre en nuestro Blog, clickeando
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Imagen: Serge Raynaud de la Ferriére

domingo, 3 de junio de 2007

Aceptar lo que fue

Uno tiende a creer que ha sido el único. El único que ha hecho las cosas TAN mal. "¿Cómo pude ser tan estúpido como para elegir ese camino?". "¿Por qué tardé tanto en darme cuenta?". "Sólo yo pude haber sido tan ignorante (cobarde / ingenuo / hiriente / mentiroso... y un largo etcétera...)". Sobre todo cuando vamos llegando a la mitad de la vida, el balance de nuestras acciones suele arrojar un saldo alarmante en cuanto a nuestros yerros. Entonces ponemos en duda si realmente somos personas inteligentes, si podríamos haber evitado semejante necedad, si somos poco menos que dementes como para haber tenido un criterio de realidad tan desatinado...

No es nuestra intención consolarle. Sólo queremos avisarle que NO: Ud. no es el único. Es más: igual visión de sí la describen quienes han tenido mayor lucidez dentro de la especie humana. Hasta el mismo Dante comienza su "Divina Comedia" diciendo: "En el medio del camino de la vida / yo me encontraba en una senda oscura / en que la recta vía había perdido". Y allí comienza a transitar paraísos, purgatorios e infiernos: a partir de su propia confusión. Ese "medio del camino" es, justamente, la edad en que uno empieza a ser más objetivo consigo mismo. Y se enoja consigo y con lo que vivió. Con lo que hizo y con lo que no hizo. Puede que llegue a un nivel de dureza en el autojuzgamiento como tal vez jamás haya tenido para con nadie! De allí es que viene la palabra "remordimiento": volver a morderse a sí mismo, una y otra vez. ¿Hasta cuándo? La respuesta es: hasta morir. Pero no hasta que muera el cuerpo: morir a lo que fuimos, a lo que no hicimos, a lo que hicimos mal, a lo que "tendría que haber sido". Ese "morir" es aceptar lo que SÍ FUE. Y apreciar nuestro esfuerzo por comprender, a pesar del error. En esa aceptación está el cese del sufrimiento. Y se llega a ella no mágicamente, sino como fruto de un proceso.

En ese punto, es posible que nos dé descanso comprender que nuestra alma (o, como le llaman en Oriente, nuestro Atman, nuestra porción de lo Sagrado) necesitó de tanto desacierto, -y de tanto acierto!- para roturar nuestra coraza externa y emerger, como la semilla en la tierra. Entonces, los desaciertos se convierten en el abono de la modestia y, junto con los aciertos, pueden señalar por dónde es la otra mitad del camino. Desde esa modestia, quizás logremos dejar de querer controlarlo todo, de querer ser perfectos, y permitir en cambio que esa porción de lo Sagrado sea quien direccione nuestra vida... atentos a que vendrán nuevos desaciertos! Pero será menos difícil capitalizarlos, sin re-mordernos (que a esa altura ya sería mero sufrimiento inútil).

Aquí va un texto del lúcido Herman Hesse, quien en su libro "Siddhartha" describió justamente ese proceso (que él mismo transitó, y por eso pudo expresar con tanta claridad). Al leero, uno podrá decirse: "Si él lo vivió, ¿por qué no yo?":

“-...Qué extraña ha sido realmente mi vida! -pensó-. Qué rodeos tan curiosos ha dado!...Qué camino el mío, sin embargo! Cuánta estupidez, cuántos errores, disgustos, dolores y desilusiones he tenido que soportar sólo para poder volver a ser un niño y empezar de nuevo!... He tenido que probar la desesperación, rebajarme ante la más insensata de las ideas, la del suicidio, para poder sentir la gracia, para volver a oír el Om, para volver a dormir bien y a despertarme tranquilo. He tenido que convertirme en un loco para redescubrir el Atman en mi interior.

En ese momento dejó Siddhartha de luchar contra el destino; en ese momento dejó de sufrir..."

Si Ud. se siente identificado con lo que aquí le hemos compartido, ojalá que de este modo sencillo le estemos acompañando en su propio proceso, a partir del nuestro...

- Clickeando aquí podrá encontrar un pensamiento sobre este tema, del escritor Richard Bach, -a quien seguramente Ud. conoce por su libro "Juan Salvador Gaviota"-, para que le acompañe durante esta semana. En nuestra Revista Digital Nro. 3 podrá hallar más detalles sobre vida y obra de Herman Hesse. Para acceder a ese material clickear aquí.

- Hemos inaugurado un nuevo blog, llamado Onírica 2000. En él podrá hallar material relacionado con el tema del Inconsciente y los sueños, e iremos renovándolo frecuentemente, para convidar herramientas que le puedan ser de utilidad en el conocimiento de sí. Para visitar ese blog, clickee
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Imagen: Antigua tangka del Budismo.