Es natural que una parte nuestra sea tímida. “Tímido” viene del
latín, “timus”:
“temeroso”. Y, sí, vivir implica salir a un mundo imprevisible que despierta
las alarmas de algo básico: nuestro instinto
de supervivencia. Sin embargo, ese instinto (necesario, por
cierto!), no es lo único que nos mueve: existe algo aun más profundo que es el impulso exploratorio.
Gracias a él nos alejamos alguna vez de la falda materna. Gracias a él nos
atrevimos a lo incierto. Gracias a él podemos cumplir con algo que hace a otra
parte de nuestra naturaleza, con raíz en la hondura: la que nos insta a hacer de nuestra vida un
experimento.
Gandhi llamó a su autobiografía, justamente, “Mis experimentos con la
Verdad”. Maravilloso título! También dijo de sí mismo y de todos: “Yo, débil, tímido, casi
insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden
hacer todos ustedes juntos.” Él también era tímido! Pero decidió
que su vida fuera dirigida por otra parte de sí: su parte audaz, atrevida.
“Atrevido” es una bella palabra: significa, en su raíz, “atribuirse, asignarse
a sí mismo la capacidad de hacer algo”. Para que nuestra vida cumpla con su
Sentido necesitamos ser audaces!
Ser audaz tiene un ingrediente más que la valentía: uno puede
ser valiente para soportar la adversidad que viene hacia nosotros. La audacia,
en cambio, nos propulsa a salir
al encuentro de la vida, hacer que las cosas sucedan, aceptar
nuestras reales limitaciones y a la vez crear
nuestras propias circunstancias, moviéndonos más allá de donde
la timidez manda, con la conciencia de que... la vida es un experimento! No
sólo la propia: quizás
la vida humana, en sí misma, lo sea, y todos vayamos
desplegando, cada cual con su propio Intento, una porción de la evolución
colectiva que la Humanidad requiere.
En ese Intento estamos profundamente interconectados, y a la vez
es preciso asumirlo como un proceso solitario: nadie puede gestarlo por nosotros.
Atrevámonos = atribuyámonos la capacidad de que nuestra vida sea guiada no sólo
por el instinto de supervivencia, sino también por el impulso de exploración,
esculpiendo con nuestro propio cincel una
vida con propósito (para sí mismos, para el Todo). Como dijo el
poeta checo Rainer María Rilke:
“Somos solitarios.
Tenemos que aceptar nuestra existencia
tan ampliamente como sea posible.
Todo, aun lo inaudito,
debe ser posible en ella.
Pues sólo quien está apercibido para todo,
quien nada excluye, ni aun lo más enigmático,
sentirá las relaciones con otro ser como algo vivo.
Todos los dragones de nuestra vida tal vez sean
princesas que sólo esperan
vernos un día hermosos y atrevidos.”
Tenemos que aceptar nuestra existencia
tan ampliamente como sea posible.
Todo, aun lo inaudito,
debe ser posible en ella.
Pues sólo quien está apercibido para todo,
quien nada excluye, ni aun lo más enigmático,
sentirá las relaciones con otro ser como algo vivo.
Todos los dragones de nuestra vida tal vez sean
princesas que sólo esperan
vernos un día hermosos y atrevidos.”
Que en los tiempos venideros ejerzamos la audacia, para nuestro
bien y para el bien común. Que sepamos fortalecer la solitariedad y la
solidaridad. Que seamos capaces de tejer redes de afinidad para apoyarnos
mutuamente en el Camino. Que
nos atrevamos a atribuirnos nuestra propia vida! Un cálido
abrazo para cada un@ de Ustedes, verdadero y cercano:
©
Virginia Gawel
Psicóloga,
Directora del
Centro
Transpersonal de Buenos Aires
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web www.centrotranspersonal.com.ar
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