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Para pensar juntos...: "Lo que cuenta es lo que aprendes después de saber" John Wooden

domingo, 9 de septiembre de 2007

El camino no elegido

Hay una actitud que suele ser muy difícil de sostener: salir de nuestra zona de comodidad. La "zona de comodidad" es aquella en donde siempre nos movemos, la más mecánica, la que elegimos por ser la más conocida. Puede ir desde cómo reaccionamos afectivamente, a lo que elegimos para vestirnos, comer o hacer turismo. Implica, de por sí, una evitación: la de tomar el riesgo de lo nuevo, o de jugarnos por aquello en lo que nuestro espíritu cree, pero que quizás no sea lo más popular.

Así como un individuo tiene sus propias "zonas de comodidad", también las tiene cada sociedad. Y aquí está el punto: desplegar nuestra real naturaleza rara vez consistirá en ejercer las opciones trilladas que un sistema propone. Implicará explorar la originalidad de quien se es y, generalmente, tomar caminos que son los menos transitados: lo no-masivo, pero también lo no-elitista (pues eso igualmente es parte de la mecanicidad del sistema). Elegir una vocación por amor y no por prestigio, crear una familia o una pareja con hábitos que no necesariamente sean los que la sociedad define como "norma", preferir una vida sencilla en vez del consumo a que nos empuja ese sistema, leer lo que no se lee, pensar lo que no se piensa, construir el propio modo de relacionarse con lo Sagrado, con el cuerpo, con el dinero, con la comida, con el sexo...

Tomar el camino menos trillado es obviar los mandatos que se imponen a nuestro interior, y también es DEJAR DE IMITAR. Cuando, cómodamente, imitamos, estamos ejerciendo la parte más primitiva del cerebro: lo que en biología se llama "cerebro de reptil", pues lo compartimos con las especies más primarias del planeta. Sí: tanto imitar las palabras que impone el programa televisivo del momento, como comprar lo que las vidrieras exhiben (en vez de lo que nuestra estética elegiría) o aún seguir lo que la "alta sociedad" considera como más refinado y de "buen gusto", implicaría ser algo así como... un lagarto! Y tal vez estamos llamados a ser otra cosa, más parecida a las mariposas... Pero eso, claro, es menos cómodo. Y casi siempre está más expuesto a las críticas (lo cual requiere de mucho coraje...). Como decía Elizabeth Kübler Ross, ante cada elección, -aún la más cotidiana-, escoger "la opción más elevada". Y, al final de nuestros días, honrarnos por no haber escogido el camino de lo viejo, lo cómodo, lo que los mandatos señalaban como "lo apropiado para nosotros". Escuchemos juntos:


EL CAMINO NO ELEGIDO

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
y apenado por no poder tomar los dos,
siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
mirando uno de ellos tan lejos como pude,
hasta donde se perdía en la espesura.


Entonces tomé el otro, imparcialmente,
habiendo hecho quizás la elección acertada,
pues era tupido y requería uso.
En cuando a lo que allí vi,
-hubiera elegido cualquiera de los dos,
y ambos esa mañana yacían igualmente-,
decidí guardar aquel primero para otro día.

Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto
con un suspiro de aquí a la eternidad:
dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo,
yo tomé el menos transitado.
Y eso hizo toda la diferencia.


Robert Frost

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- Imagen: "The path of the wise man", de Gilbert Wilson.

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