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Para pensar juntos...: "Lo que cuenta es lo que aprendes después de saber" John Wooden

domingo, 29 de abril de 2007

"Tocar fondo"

¿Sabes nadar? ¿Sabes, entonces, cuál es la mejor manera de salir a la superficie si has perdido pie? Nadar un poco más hacia abajo, pisar firme, y, tocando fondo, impulsarse desde allí para salir. Por sobrevivencia. Por instinto. SABEMOS COMO HACERLO. Pero no es sólo pisar fondo: es NO OLVIDAR EL IMPULSO, EL VIGOR PARA RE-IMPULSARSE HACIA ARRIBA.

Un pequeña que conocimos, y que ya sabía nadar, se lanzó a la pileta de adultos por pirmera vez. De pronto emergió con cara de desconcierto por la inusual profundidad. El padre le preguntó: "Haces pie, Natalia?". Y ella le respondió: "Hago pie, pero no hago cabeza!" Claro: no alcanza con tocar fondo, sino que es indispensable DAR VIDA AL IMPULSO DE VOLVER A SALIR A FLOTE! Y eso instintivo,en el agua, y en la vida. En el tocar fondo de la vida, el secreto es NO MENTIRSE. Admitir la tristeza, la derrota, que hemos dañado a otros (ya sin justificarnos), que hemos sido dañados (ya sin justificar). El pasado exigirá ser revisado. Y si la revisión es inteligente, vendrá tristeza. Una tristeza inteligente también: por la renuncia a lo ilusorio. Por la aceptación de la impermanencia: nada se queda quieto en esta realidad, nada es fijo, perdemos lo querido, se deshace lo construido, como el hielo al sol. Vemos que nos hemos equivocado, que nos quedamos de donde debíamos irnos, que elegimos lo torcido en vez de lo derecho, que hemos permitido que nos injurien o hemos injuriado... Nos enojaremos con nosotros mismos, con los demás, con la Vida misma... Y está bien que así sea: es parte de un proceso; humano, tremendamente humano. Y no es verdad que "errar es humano, perdonar es divino". Perdonar y perdonarse también es humano. Sólo que requiere de un extraordinario proceso, en el que, inevitablemente, tenemos que tocar fondo, para auto-impulsarnos a salir a flote. Pero ya no seremos los mismos. Por suerte, ya no.

Si dejamos que el proceso acontezca, desde el fondo, habituados a la oscuridad, es posible que poco a poco atisbemos la superficie luminosa. El requisito es, desde ese fondo, mirar insistentemente hacia arriba. Hasta volver a ver. Porque en el fondo nos volvemos transitoriamente ciegos. Pero de pronto un hálito de Vida puede querer entrar a nuestros pulmones, para ser respirado por nosotros. Y nos hable no sólo de Vida, sino también del dolor de los demás. Entonces nos damos cuenta de que no estamos solos, sino inscriptos en el Dolor universal, simplemente. Por ser humanos. El ajeno, el propio, el de todos. Y vamos aceptando asumir nuestra cuota. Nos disponemos entonces a pegar el salto y respirar hondo, hondo, hondo... Y en ese re-flotar, a remangarnos los brazos, a acompañar, a otros a dejarnos acompañar. A estar de nuevo vivos. Rotos y zurcidos. Quebrados y soldados. Derruidos y reciclados. Habiendo derrotado a la derrota. No hay otra victoria necesaria.

Mario Benedetti lo dijo tan bellamente, en su poema "Otra noción de Patria":

(...) Hay mañanas en que me desperezo
y cuando el pecho se me ensancha
y abro la boca como pez en el aire
siento que aspiro una tristeza húmeda
una tristeza que me invade entero
y que me deja absorto suspendido
y mientras ella lentamente se mezcla
con mi sangre y hasta con mi suerte
pasa por viejas y nuevas cicatrices
algo así como costuras mal cosidas
que tengo en la memoria en el estómago
en el cerebro en las coronarias
en un recodo del entusiasmo
en el fervor convaleciente
en las pistas que perdí para siempre
en las huellas que no reconozco
en el rumbo que oscila como un péndulo
y esa tristeza madrugadora y gris
pasa por los rostros de mis iguales:
Unos lejanos perdidos en la escarcha
otros no sé dónde deshechos o rehechos

(...) y los otros los otros y los otros

otros innumerables y fraternos
mi tristeza los toca con abrupto respeto
y las otras las otras y las otras
otras esplendorosas y valientes
mi tristeza las besa una por una

no sé qué les debemos
pero eso que no sésé que es muchísimo

esto es una derrota
hay que decirlo
vamos a no mentirnos nunca más
a no inventar triunfos de cartón

si quiero rescatarme
si quiero iluminar esta tristeza
si quiero no doblarme de rencor
ni pudrirme de resentimiento
tengo que excavar hondo
hasta mis huesos
tengo que excavar hondo en el pasado
y hallar por fin la verdad maltrecha
con mis manos que ya no son las mismas

pero no sólo eso
tendré que excavar hondo en el futuro
y buscar otra vez la verdad
con mis manos que tendrán otras manos
que tampoco serán ya las mismaspues tendrán otras manos

(...) rescatar la verdad más sencilla
y una vez que la hayamos aprendido
y sea tan nuestra como
las articulaciones o los tímpanos
entonces basta basta basta
de autoflagelaciones y de culpas
todos tenemos nuestra rastra
claropero la autocrítica
no es una noria
no voy a anquilosarme en el reproche
y no voy a infamar a mis hermanos

el baldón y la ira los reservo
para los hombres de mala voluntad

(...) con mis hermanos porfiaré
es natural
sobre planes y voces
trochas atajos y veredas
pasos atrás y pasos adelante
silencios oportunos omisiones que no
coyunturas mejores o peores
pero tendré a la vista que son eso:
hermanos

si esta vez no aprendemos
será que merecemos la derrota
y sé que merecemos la victoria.

(...) y la victoria crecerá despacio

como siempre han crecido las victorias.

Qué más puede decirse?... Hasta la próxima!

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Ilustración: Don Tatro

Re-nacimiento

Virginia hoy les habla: hemos enviado hace poco este poema que, en su inicio, tiene una cita de Pablo Neruda. Por esas cosas de internet, el poema comenzó a circular como si fuera de ese querido poeta. Pero me es necesario aclarar que el poema es de mi autoría (tanto como para no desconocer a un hijo, como para que el bello de Neruda no cargue con algo que no salió de su ingenio, pues no creo que fuera a estar de acuerdo...!). La cita decía: "Pido permiso para nacer." Pablo Neruda (evocando uno de sus poemas).

Aquí va una vez más, para convidarlo a todos. Está escrito en masculino porque fue creado para un taller, y me salió así...


RENACIMIENTO

Hoy volveré a nacer: pido permiso.
Permiso útero, permiso cordón prieto.
Permiso agua, placenta, oscuridades.

No podrá retenerme la tibieza
plácida y calma del vientre cobijante.
No podrán disuadirme las presiones
de este túnel de carne que hoy me puja.
Con decisión inequívoca y sagrada
determino nacer: me doy permiso.

Y aquí estoy, desnudo de corazas,
dispuesto a recibir besos y abrazos
(no la palmada que provoque el grito:
ya no permitiré que me golpeen.)
Parteros de quien vengo renaciendo,
miren quién soy: soy digno. Los recibo.
Miren quién soy: adultamente niño.
Miren quién soy: vengo a ofrecer mi entrega.
Miren quién soy: apenas si respiro,
pero, de pie, me yergo y me estremezco,
dándome a luz en mi realumbramiento.
Tengo coraje para empezar de nuevo:
fortalecido en mis fragilidades
lloro de dicha, de dolor... Lloro de parto.
Lloro disculpas a quienes no me amaron,
por el maltrato, el frío, el abandono:
lloro la herida de todo lo llorable.
Y lloro de ternura y de alegría
por tanto recibido y encontrado:
lloro las gracias por el amor nutricio,
por la bondad de los que me ampararon.
Lloro de luz, y lloro de belleza
por poder llorar: lloro gozoso.

Bienvenida es vuestra bienvenida.
Sin más queja, dolido y reparado
por la caricia de este útero abrazante,
aquí estoy: recíbanme. Soy digno.
Me perdono y perdono a quien me hiriera.
Vengo a darles y a darme íntimamente
una nueva ocasión de parimiento
a la vida que siempre mereciera.
Me la ofrezco y la tomo. Me redimo.

Con permiso o sin él, YO me lo otorgo:
me doy permiso para sentirme digno,
sin más autoridad que mi Conciencia.

Bendito sea este Renacimiento.


Virginia Gawel


La foto, tan bella, es de nuestra alumna, Debbie Naim, fotógrafa artística profesional. Invitamos a visitar su sitio web http://www.deborahnaim.com No se lo pierdan!

domingo, 22 de abril de 2007

"Yo no soy mi dolor"

No importa tu edad, tu nivel económico, tu grado de estudios, tu estado civil, tu árbol genealógico... Si hay algo de lo que podemos estar seguros al escribir estas líneas y pensar en el futuro lector, es que estará dirigida a alguien que experimenta y ha experimentado dolor. El dolor es como un hilo que va enhebrando a todos los seres humanos, sin distinción. Quizás la única distinción sea lo que cada uno de nosotros hacemos con nuestro dolor. Hay seres que, gracias a su dolor, se convierten en pesonas luminosas, cuya entereza nos alienta cuando nos sentimos flaquear ante nuestras propias dificultades.

Como sabrás, en algunas culturas, por razones de supuesto honor, dos personas podían "retarse a duelo": elegir armas, y, caminando en direcciones opuestas, en un determinado momento disparar para abatir al contrincante. Esa bárbara costumbre se reedita cuando cualquiera de nosotros debe enfrentar un dolor: curiosamente, implica algo así como retarse a duelo con el dolor. Esto es: no suprimirlo, no negarlo, no enfurecerse contra él, no regodearse en él...
Es buena la imagen del duelo: uno mismo, dando varios pasos para des-identificarse del dolor y, desde esa distancia, darse vuelta y mirarlo de frente, desde lejos. Así, apercibirse de que uno no ES el dolor. El dolor está en MÍ, pero YO soy mucho más que mi dolor. Puedo hacer que una parte de mí se separe de él, y lo vea como algo distinto de mí, así me esté muriendo. Y eso que se des-identifica, NO PARTICIPA DEL DOLOR. Está frente a él, con extrema dignidad.

Pero en esta contienda, batirse a duelo con el dolor implicará, al darse vuelta, en vez de desenfudar un arma y tratar de aniquilarlo, volver sobre nuestros propios pasos, acercarnos a él y decirle: "No soy tú. Porque yo soy mucho más que mi dolor". Mirar al dolor a los ojos, y en vez de fusilarlo, abrazarle. Y llorar juntos lo que haya que llorar. Y entonces sí, dejarlo ir. O dejarlo quedar hasta que cese, pero ya sin olvidar que uno mismo no es su dolor. Aunque sea difícil hacerlo, es posible. No se trata de un acto, sino de un proceso. Un proceso que se despliega poco a poco, que no puede forzarse, pero que, para que se produzca, requiere de nuestra disposición a vivirlo, simplemente.

José Luis Martín Descalzo lo expresó de modo magistral, escribiendo este poema en tiempos muy penosos de su vida (te proponemos leer su extracto biográfico al final):


Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.

Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca podrás acobardarme.

Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reír cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.
Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.

YO decido mi sangre y su espesura.
YO soy el dueño de mis esperanzas.

José Luis Martín Descalzo fue un humanista cristiano de origen español . Sacerdote, periodista, poeta, autor dramático y novelista (1930-1991). Al momento de escribir este poema, y muchas de sus mejores obras, padecía una grave enfermedad renal, que le obligó a estar sometido a diálisis durante años, en los cuales no dejó de sembrar esperanza y vitalidad por donde fuera. La ilustración es un autorretrato de Frida Kahlo, pintora mexicana quien también supo, desde su extremo dolor físico (a partir de un accidente que le dejó destrozada, con múltiples penurias crónicas y limitaciones físicas), a pesar de los pesares... crear Belleza. Esta obra se llama "Columna rota".

- El Domingo 29 de abril de 2007 estaremos compartiendo una conferencia virtual gratuita vinculada a este tema, con el título "Cerrar el pasado: dolor, elaboración y desapego". Si desearas inscribirte, clickea aquí. Si quisieras acceder al material didáctico gratuito sobre ese tema, clickea aquí. Lo hallarás en el sector llamado "Módulos".

- Si quisieras expresar alguna impresión personal sobre este texto o este Blog, encontrarás nuestro Libro de Visitas clickeando aquí.

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domingo, 15 de abril de 2007

"Disculpe: ¿Es Ud. un tonto?"

Hay quienes no marchan a la moda. No hay caso: son ésos que insisten en ser veraces, en pedir las cosas por favor, en esa curiosa costumbre, -tan poco popular hoy en día- de dar las gracias... Personas raras! Parecen, además, haber renunciado tácitamente a la pretensión de ser maravillosos: muestran sus errores sin esconderlos, sus heridas y miserias sin lucrar con ellas, sus arrugas sin maquillarse ni acudir al cirujano estético... Rara gente! Se obstinan en tener pensamiento propio, en comprar sólo lo que necesitan y no lo que vende la TV. Prefieren equivocarse por cuenta propia que acertar por cuenta ajena. Devuelven lo que han pedido prestado, cumplen lo que han prometido, y dicen (cuando alguien, por casualidad, les escucha) que aún creen en la especie Humana... Quién los entiende?...

Una vez lastimados, en vez de redoblar sus defensas y quedarse en sitio seguro (encerrados en casa, o en lugares ruidosos o al menos en sus cabezas, a pecho cerrado), deciden tozudamente aprender del asunto, y eligen sentir hondo en vez de resentirse. Juntan sus pedazos, y retornan a la Vida, como dicen los sufis: "con el pecho abierto, aún en medio del infierno". Prefieren permanecer así: indefendidos (aunque no indefensos, sino ahora dispuestos, con inteligencia, a no permitir que el otro les dañe o abuse de ellos).

Muchos dicen que han de ser tontos. De hecho, a veces les reprochan, de modo grosero o más formalmente: "Disculpe: ¿Es Ud. un tonto?". Y a veces, apenados, ellos mismos creen que la respuesta es "SÍ!", autoinculpándose con dolor. Si su propia respuesta (la suya, amable lector) es "SÍ!", por favor, no se sienta mal: NO ESTÁ SOLO. Ese modo "tonto" de vivir ha sido la elección de muchos, a lo largo de la historia de la Humanidad. En el mito del Grial, el santo "tonto" es el ingenuo Parsifal, quien finalmente encontrará el Grial y será coronado Rey (símbolo de la asunción del propio Ser). Renunciar a ser "el ganador", "el avivado", "el más astuto que el resto"... Sin coraza, sin cáscara, sin máscara. Entregado y verdadero. En el Taoísmo se dice de alguien así: "El que vive el Tao (la Totalidad) es una persona sin distinciones; por su apariencia, el sabio es un tonto: sus pasos no dejan huellas."

Y así, tontos quedan, hermosamente tontos. Aunque no estén a la moda.

Lo dijo hace mucho tiempo un tonto luminoso que se llamó Gibran Khalil Gibran*:

Tanto la semilla intacta como la que rompe su cáscara
tienen las mismas propiedades.
Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara
es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.

Esta aventura requiere una única osadía:
descubrir que no se puede vivir
a través de la experiencia de los otros,
y estar dispuesto a entregarse.

No se puede tener los ojos de uno,
los oídos de otro, para saber de antemano lo que va a ocurrir;
cada existencia es diferente de la otra.

No importa lo que me espera,
yo deseo estar con el corazón abierto para recibir.

Que yo no tenga miedo
de poner mi brazo en el hombro de alguien,
ni aunque me lo corten.
Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes,
ni aunque que me hieran.

Déjenme ser tonto hoy,
porque la tontería es todo lo que tengo
para dar esta mañana;
me pueden reprender por eso,
pero no tiene importancia.

Mañana, quien sabe, seré menos tonto.

(O tal vez no.)

* Gibran Khalil Gibran fue un lúcido poeta, místico y pintor, nacido en el Líbano en 1883. Se afincó en Estados Unidos, donde falleció en 1931. Su vida transitó entre su amor por la cultura árabe y la influencia de pensadores occidentales. Su obra maestra fue "El Profeta", la cual se convirtió en un ícono del despertar de la juventud de los años ´60. Clickeando aquí podrá acceder al texto completo, ilustrado por el propio autor.

- Si quiere compartir con todos lo que experimentó al leer este texto, su comentario será bienvenido en nuestro Libro de Visitas, clickeando aquí. (Allí nos ha dejado un mensaje Carlos, el autor del poema que está más abajo, sobre las inundaciones. Gracias, Carlos, una vez más!)

- Al clickear aquí encontrará distintos Foros para expresar su propia experiencia vital, en un espacio oportuno para reflexionar juntos y APRENDER TODOS DE TODOS..

viernes, 13 de abril de 2007

Han matado a un maestro

Sin banderas políticas, simplemente porque es necesario decirlo, decirlo hasta que en cada lugar de la Tierra cobre fuerza. La Humanidad evoluciona sólo con la toma de conciencia de cada individuo...

En memoria del maestro Carlos Fuentealba, asesinado por represión policial en abril de 2007
al reclamar pacíficamente su derecho a un salario digno.

HAN MATADO A UN MAESTRO

Silencio en las esquinas de la ciudad, en la aldea,
silencio en las fábricas; silenciados conciertos...
El Río de la Plata congeló sus mareas,
el Limay decidió parar su movimiento.

Las gentes se abrazan, se miran, se sostienen,
enarbolan pancartas con letal desconsuelo.
Pacifista granada, un murmullo detona
vigoroso, indignado: “Han matado a un maestro!”.

Los pájaros se quedan con las alas plegadas:
“Hasta no haber justicia, nunca más volaremos”.
El labriego suspende su cosecha y su arada:
Ni una semilla más: han matado a un maestro.”

Cerrados los puentes, las calles, las cantinas,
las escuelas cerradas, cerrados los comercios,
serios los que reían, mudos los que cantaban:
“Hasta que hagan justicia, sólo lloraremos”.

La señora elegante, el vendedor de libros,
el gerente del banco, la médica, el obrero
han salido a las calles con guardapolvos blancos:
“No se escondan, cobardes: han matado a un maestro!”

Los niños han dejado de jugar en las plazas,
abriendo sus pupilas, de tanto desconcierto:
“Mamá, ¿cómo puede ser que Dios permita
que aquellos hombres malos mataran a un maestro?”


La fuerza de los muchos obliga a ese milagro:
la palabra “injusticia” se desploma, muriendo;
la vil inteligencia buscando coartadas
se queda sin defensa: “No lo permitiremos!”

Con una barricada construida por millones,
no podrán escaparse con sucios argumentos
los que matan con bala, con hambre, con promesas,
desde impunes prestigios, corruptos y rastreros.

Gente de todo el mundo: si enfocan sus oídos
hacia el Sur doloroso, y escuchan un Silencio
palpitante y unánime, reclamando justicia
inequívocamente, terminante, certero...

súmense a este clamor trascendiendo fronteras,
que de esta decisión participen sus pueblos:
es la última vez, donde quiera que sea,
que la mano de un hombre asesina a un maestro.

Virginia Gawel
República Argentina

domingo, 8 de abril de 2007

Colapsar y Comprender

La vida a veces es como un cuchillo: en algún punto del camino, te hace un tajo al medio, como si fueras una almohada, y allí se ve de qué estás relleno. Entonces no hay maquillaje psicológico que valga: las defensas que nos constituyen, la imagen que queremos dar, el mundito que hemos construido para evitar el Mundo... caen como una fruta madura se descuelga de su rama. Y lo que sale es lo que SOMOS (ya no lo que pretendemos "ser"). El tajo puede dejar a la luz nuestras más recónditas miserias, nuestra avaricia, nuestro resentimiento, nuestras ínfulas de "sentirnos especiales", nuestros prejuicios... y también nuestro heroísmo, nuestra nobleza, nuestra más entrañable capacidad de Compasión... El tajo de la vida nos deja sorprendidos a nosotros mismos por lo que mana de adentro. Y, puesto que somos internamente mixtos, si el tajo es verdadero lo que sale es como una lava ardiente, en que nuestras miserias y nuestras grandezas brotan a chorros, ante nuestra propia mirada azorada.

Muchos de los momentos en que la conciencia se amplía como las pupilas se dilatan en la noche, son así: de tajo abierto. Allí está la ocasión de espiritualidad verdadera. En muchos casos, una espiritualidad laica, en la que aún quien la vive no sabe que está en un estado de verdadera iluminación. Y aunque el diafragma de la conciencia luego se cierre, -como el de una cámara fotográfica luego del click-, ya nada será igual. La letra de un tango dice "la vida es una herida absurda". Sin embargo, esa apertura de Comprensión puede mitigar la absurdidad del tajo, más allá del raciocinio.

Igual nos pasa socialmente. Pero allí dependerá de cada individuo que cada tajo social redunde en un crecimiento en la Comprensión colectiva. Entonces: sólo la transformación de la actitud individual y colectiva pueden hacer que las pupilas dilatadas no vuelvan a empequeñecerse. En cada país todos los días hay tajos terribles, hundidos en la realidad que nos rodea. Pocas veces, son catástrofes naturales. La mayoría de las veces detrás de ese tajo hay hombres: hombres que disponen del cuchillo y lo hunden en la carne colectiva. También allí uno ve qué sale de adentro de un grupo humano (una provincia, un pueblo, una nación...). Y en cada individuo estará la responsabilidad de que ese tajo propicie transformación social, para que nada parecido vuelva a suceder. Así ha evolucionado la Humanidad en muchísimos puntos flacos; si hay futuro posible y no destruimos el planeta, la evolución colectiva seguirá siendo de este modo: repetición de hechos - toma de conciencia - tranformación individual y social.

Vivas donde vivas, en esta semana seguramente te han llegado noticias de hechos así. En nuestro país hoy hay provincias anegadas con unos 15.000 evacuados, debido a la desidia de quienes debieron hacer obras públicas para evitar nuevas inundaciones como en el año 93; pero nada hicieron, y la historia vuelve a repetirse. En nuestro país también esta semana mataron a un maestro, porque expresaba pacíficamente juntos con otros la injusticia del magro salario docente: reprimieron, y lo fusilaron a mansalva. Creemos que espiritualidad no debiera tener como único ámbito el templo o el almohadón de meditación. Espiritualidad es que esa realidad, la que te rodea, te duela, -recites o no mantras y plegarias-. Repudiar la injusticia, la violencia, la depredación, el abuso de poder. A partir de allí... manos a la obra! Si no hay otra cosa que podamos hacer, que difundamos ese dolor, esa indignación, esa decisión de "NUNCA MÁS", para que, en tu país, en el tuyo, en el tuyo, y en éste, más tarde o más temprano cada tajo no vuelva a suceder.

Queremos hoy convidarles un poema nacido de un hombre a partir esa inundación del año 93, idéntica a la de hoy. Un hombre que, en ese momento en que él mismo debió ser evacuado, cambia el eje de su visión del mundo, propiciándosele el surgimiento inequívoco de una mirada compasiva, luminosa y global. Porchia decía "La confesión de uno avergüenza a todos". Mirémonos en el espejo de Carlos: allí aparecerá, quizás, nuestro verdadero rostro. (Para apreciar su proceso de Comprensión, les invitamos a leerlo despacito hasta el final):

Empezar de nuevo...

Yo le tenía miedo a la oscuridad,
Hasta que las noches se hicieron largas y sin luz.
Yo no resistía el frío fácilmente,
Hasta que aprendí a subsistir en ese estado.
Yo le tenía miedo a los muertos,
Hasta que tuve que dormir en el cementerio.
Más aún, yo le tenía miedo al espanto,
Hasta que tuve que dormir en el crematorio.
Yo sentía rechazo por los rosarinos y
por los porteños,
Hasta que me dieron abrigo y alimento.
Yo sentía rechazo por los judíos,
Hasta que le dieron medicamentos a mis hijos.
Yo lucía vanidoso mi pullóver nuevo,
Hasta que se lo di a un niño con hipotermia.
Yo elegía cuidadosamente mi comida,
Hasta que tuve hambre.

Yo desconfiaba de la tez cobriza,
Hasta que un brazo fuerte me sacó del agua.
Yo creía haber visto muchas cosas,
Hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles.
Yo no quería al perro de mi vecino,
Hasta que aquella noche lo sentí llorar
hasta ahogarse.

Yo no me acordaba de los ancianos,
Hasta que tuve que participar en los rescates.
Yo no sabía cocinar,
Hasta que tuve frente a mí una olla con arroz
y niños con hambre.
Yo creía que mi casa era más importante que las otras,
Hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas.
Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido,
Hasta que todos nos transformamos
en seres anónimos.
Yo casi no escuchaba radio,
Hasta que fue la que mantuvo viva mi energía.
Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes,
Hasta que de a cientos me tendieron sus manos
solidarias.
Yo estaba bastante seguro de cómo serían
mis próximos años,
Pero ahora ya no tanto.
Yo vivía en una comunidad con una clase política,
Pero ahora espero que se la haya llevado la corriente.
Yo no recordaba el nombre de todas las provincias,
Pero ahora las tengo a todas en mi corazón.
Yo no tenía buena memoria,
Tal vez por eso ahora no recuerde a todos,
Pero tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos.
Yo no te conocía,
Ahora eres mi hermano.
Teníamos un río,
Ahora somos parte de él.
Es la mañana.
Ya salió el sol y no hace tanto frío.
Gracias a Dios.
Vamos a empezar de nuevo.

Carlos Guillermo Garibay
Santa Fe, 2 de mayo de 2003

Gracias, Carlos, donde sea que estés.

- Si, viviendo en Argentina, Ud. quisiera participar de la campaña de ayuda a los inundados, solicítenos la lista de los focos en que se reciben alimento, ropa, medicamentos, y todo lo necesario, clickeando aquí.
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Hasta la próxima!
Ilustración: Agradecemos a su autor, Dale Wicks .

domingo, 1 de abril de 2007

¿Será posible morir?

Lo que hoy queremos decirle es complejo. Por favor, tenga paciencia hasta el final. Es: ¿Será posible morir? Hablamos del morir Eso que hace que un cuerpo sea otra cosa que carne que se mueve. De La Chispa. Porque una cosa es la vida, y otra cosa la Vida, así, con mayúsculas. La vida es asunto del cuerpo, como una vía férrea por donde el cuerpo transita sus sucesivas estaciones y paisajes. En cambio la Vida (así, con mayúsculas) no. La Vida es... el tripulante del tren! Tal vez sea cierto, entonces, lo que han dicho los místicos de todos los tiempos: podríamos traducirlo como "no es posible morir". Aún, a veces, queriendo! E igual de absurdo es matarse, dado que por ningún medio uno podría "quitarse la Vida". A lo sumo, uno podrá quitarse el cuerpo! (Pero ha de ser mal negocio, pues es bien posible que muy pronto uno tenga que conseguirse otro, dado que la Vida no renuncia a que estemos con vida, así tenga que volver a nacer.)

No se trata de fe: se trata de experiencia. Si Ud. en algún momento se ha sentido subrayado por la Vida, la ha latido más allá del corazón, se ha sentido insoslayablemente Vivo, o ha sentido inequívocamente Vivo a alguien amado... SABE. No necesita fe (pues la fe es requerible sólo sobre aquello que no se Sabe). De allí que pueda existir una religiosidad laica, más allá de participar o no de cualquier feligresía. Una religiosidad de la experiencia propia, no de la de otros que la han descripto en el pasado. Íntima. Por íntima, irrefutable (inclusive irrefutable por el propio intelecto). ¿Puede Ud. dentro de cinco minutos negar que ha estado leyendo estas líneas? Así de irrefutable para sí mismo es haber vivido la experiencia de lo Inefable, cuando esto ha sido un acto de autopercepción asombrada y sentida.

Cuando esa experiencia existe, uno no puede sino aceptar, más allá de la razón, que la muerte es imposible. Al menos la muerte de la Chispa. Todo lo otro, claro, muere. Como se dice en el Budismo, todo es impermanente. Pero hay un lugar de sí que no participa de esa ley de impermanencia: acata sólo la ley de lo Inmutable. Por eso en el Zen se le llama a "eso" lo Nonato, lo no-nacido. Entonces... ¿cómo habría de morir lo que no ha nacido? El cuerpo es el que nace y el que muere. Lo Nonato se sube al cuerpo y se baja de él como Ud. tantas veces a subido y luego bajado de un largo tren. Pero este tren, vaya donde vaya, no puede sino, finalmente, llegar a Casa.

Seguramente conocerá a Walt Whitman, uno de los más laicos religiosos de la poesía. Sin instrucción al respecto, el SUPO de la impermanencia, y de lo Inmutable en sí mismo. A eso vivo le llamó Yo. Un nombre quizás demasiado corto y cotidiano para nominar a lo infinito. Pero algo es algo: sabemos que "inefable" significa "aquello de lo que no se puede fablar = hablar". Y la experiencia de lo Íntimo es inefable. Desde allí, no hay muerte que morir: la guadaña de la Parca se queda cortando hierbas secas en los prados del Sahara, aburrida de sólo llevarse cuerpos, y no poder nunca, pero nunca, cercenar ninguna Vida.

Dijo Whitman:

" (.....)
Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del Universo.
Todo se ha escrito para mí,
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.

Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse
con el compás de un carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego
que traza un niño en la noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy más orgulloso
que los cimientos desde los cuales se levanta mi casa.)

Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el más grande de todos los mundos: Yo.

Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos,
esperaré... esperaré alegremente también.

Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tú llamas disolución,
porque conozco la amplitud del tiempo."

El poeta León Felipe, cuando tradujo a Whitman, en su prólogo dijo: "Se apellida Whitman, pero Dios le llama Walt". Gracias, Walt, por ponerle palabras a lo inefable!

Texto: Walt Whitman (poeta estadounidense, imperdible de ser leído. 1819-1892). Fragmento del libro "Canto a mí mismo".
Imagen: "Ascendent soul", de Gilbert Williams.

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