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viernes, 28 de diciembre de 2012

Carta por la muerte de un Oso Polar





CARTA POR LA MUERTE DE UN OSO POLAR

A Winner, el oso polar que murió en el Zoo de Buenos Aires luego de la Navidad de 2012

Querido Winner:

Hay veces en que las cosas que los humanos hacemos son tan graves que las personas individuales experimentamos una vergüenza colectiva. Cuando eso sucede, algunos de esos individuos sentimos, como yo, la intensa necesidad de pedir públicamente perdón. Y es tan penoso pedirte perdón ahora que estás muerto... Lo único que me consuela es haberlo hecho también cuando estabas vivo: cada vez que pasé por el Zoo y me veía impotente al saludar a tus amigos desde la vereda. Necesito pedirte perdón a vos, a cada uno de tus compañeros de prisión, a cada huérfano arrancado de la selva, a cada porción de Vida enrejada para que los humanos “vean de cerca la ferocidad del león, la gallardía del águila” (como la Reina Victoria, para quien se crearon los primeros Zoos). Ni el león es ya feroz -sino resignado y solo-, ni el águila es la gobernante de las montañas, -sino un pájaro rastrero y sin fe-. Tampoco nosotros somos la Reina, y no hay Victoria, Winner: cada uno de Ustedes es una gran derrota del sentido común y de la sensibilidad de los humanos.

Dicen que moriste por el calor y los ruidos de la pirotecnia, y también porque "eras un oso nervioso”. Ambos sabemos, Winner, que no es tan simple. No fue sólo el calor ni la estúpida pirotecnia que algunos humanos usan. Tampoco que fueras nervioso ni bipolar. Eras, simplemente, polar. Y, básicamente, no tenías que estar en el Zoo, porque ningún animal debe vivir en un lugar así. O sea: no sólo te moriste en el Zoo sino que te moriste de Zoo, Winner, como tantos antes que vos. Como tantos morirán hasta que los Zoos sean ya cosa del pasado.

Te pido perdón, en nombre de todos. De los que te hemos llorado (literalmente) y de los que aprueban (sin conciencia alguna) la existencia de los Zoos, creyendo que "mejorarlos" es la solución. Te pido perdón en nombre del papá que llevaba a la nena a que “se divirtiera” viéndote desesperado o aburrido flotando tras del vidrio en tu lago de mentira; te pido perdón por quienes, sin darse cuenta, aceptan pagar entrada para observarlos a Ustedes como si fueran objetos de exposición, en vez de seres sintientes; te pido perdón en nombre de la maestra que guía a su manojo de niños a lo largo de todo el Zoo porque es “didáctico”.

Quisiera, sí, que el Zoo se convirtiera en un lugar didáctico, Winner. Pero, ¿sabés cómo? Como Dachau, en Alemania, donde estuve hace muchos años: un lugar que alguna vez fue un Campo de Exterminio nazi (difícil explicarte qué era eso, pero lo entenderías). Hoy es un museo, como la mayoría de esos lugares. Allí la gente va de visita, y también lleva a los niños (aun sus padres lo hacen) por verdaderas razones didácticas. (Al visitarlo lloré tanto como la última vez que fui al Zoo, hace muchos años. Dos diferentes tipos de Holocausto.) Y la enseñanza que buscan transmitir con esas visitas es ésta: que no suceda nunca más.NUNCA MÁS” son las palabras escritas en todos los idiomas a la entrada de ese lugar (sí, como en Auschwitz, otro sitio similar). Yo quiero que a la entrada de donde viviste y moriste exista un cartel así; que los tristes espacios que albergan hoy a tus tristes compañeros sirvan para que los humanos paseemos por esos mismos lugares, -ya vacíos-, descansemos bajo esos mismos árboles –tan distintos a los de cualquier selva-, y los padres y maestras les cuenten a los niños que hace mucho tiempo existía la ignorante costumbre de tener  algo que se llamaba “Zoo”. Les costará creerles, pero verán videos tridimensionales de Ustedes presos, -como ahora-, y de Ustedes en libertad, -como debió ser siempre-, para que aprendan cómo realmente son en sus respectivos hábitats, y no ya tras las rejas, mustios y alienados. Les contarán que allí mismo hubo uno de esos Zoos. Que un buen día esos animales fueron liberados en un Parque Ecológico, en medio de la Naturaleza. Y que desde entonces ya no se les captura para beneficio de la avaricia humana. Que los humanos nunca más seguiremos perpetrando el Holocausto de Ustedes, los animales.

Te pediría perdón hasta el infinito, hasta llegar a cada animal encerrado, torturado, matado, cazado, usado, explotado. Soy un pequeño humano dispuesto a dar parte de mi pequeña vida, cada día, para que eso deje de suceder. Pero, querido Winner, como decía un tal John Lennon, (un tipo que te habría gustado mucho), “...mas no soy el único”: muchos más te piden perdón. Muchos más, en este mismo momento, están llorando por vos, por todos Ustedes. Y, cuidado: no sólo somos humanos sensibles, sino dispuestos a la acción que sea necesaria, para hacer posible lo que no alcanzaste a ver.

Me despido de vos, hasta siempre:

Virginia Gawel
Psicóloga, escritora, Animalista
www.facebook.com/movimientoanimalhumano
www.centrotranspersonal.com.ar



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