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domingo, 18 de marzo de 2007

Poner límites: Un acto de Dignidad

Eduardo les habla esta vez: Poner límites cuando resulta necesario, requiere de una extraordinaria lucidez. Y hay muchos modos de hacerlo: cada uno de nosotros necesita hallar en su interior la propia manera de expresarlos. Es curioso: hay una palabra que, en todos los idiomas de este planeta, se caracteriza siempre por ser breve y contundente. Como una flecha disponible en el arco para ser disparada prontamente si así lo decidimos. Esa palabra es, en nuestra lengua, NO. Es así de breve y contundente; quizás, por razones de supervivencia. Supervivencia no sólo de nuestro ser físico, sino, principalmente, de nuestra identidad más esencial. Es rápida de emitir, y fácil de ser comprendida... si se la entona y ejecuta con suficiente claridad, sin dobles mensajes...

Aquí va una historia sobre este tema que escribió Virginia: una anécdota real, que muestra de modo bello y certero un aspecto del aprender a poner límites en el propio estilo, inequívocamente.

"Hace ya varios años, una amiga muy querida migró hacia Alemania. Una mujer peculiarmente sensible, con temperamento artístico expresado de muy diversas formas: poeta, fotógrafa, dibujante, pianista, flautista... Pero su vocación, a la que había dedicado tiempo y esfuerzo en formarse, era la de ser cantante lírica: una soprano de primer nivel. Sin embargo, a pesar de haber participado en grandes óperas de nuestro país, viendo que en Sudamérica le sería muy difícil desplegar su talento, buscó nuevas tierras donde sembrar su simiente...

Ella, delicada y a la vez sencilla, cuando llegó a Alemania y durante algunos años, tuvo que realizar tareas de las más básicas, para sobrevivir, y, entre tanto, buscar cómo darse a conocer como artista.

En esos tiempos iniciales, entonces, uno de sus trabajos fue el de limpiar pisos y baños de algunas tabernas alemanas. No sólo se vio por primera vez enfrentada a la necesidad de ejercer tareas rudas, sino que además, dado que su perfil era de extrema timidez, y su tez cetrina y sus ojos oscuros no se correspondían con el biotipo más común en ese país, tres o cuatro personas que trajaban con ella le trataban con desdén: se reían a sus espaldas, le decían palabras socarronas que ella aún no entendía, le daban órdenes autoritariamente, -a pesar de no tener un rango mayor que el de Ella-... No le permitían almorzar con ellos ni participar de sus conversaciones, de modo que su soledad la rodeaba en todo momento.

Pero un día... un día brotó en su corazón la voz de su Dignidad: algo tenía que hacer para frenar esta injuria. No sólo se sentía insultada en su persona, sino que, de pronto, sintió que Ella era mucho más que Ella: era la encarnación de los discriminados, de los rechazados en distintos ámbitos, en cada lugar del mundo, y por distintas razones (su religión, su color de piel, su país de origen)... Y su Dignidad cobró fuerza para algo que marcaría un antes y un después en su vida.

Como todos los días, comenzó a limpiar el retrete, poniendo vigor a cada uno de sus movimientos, mientras, como siempre, musitaba una melodía en tono apenas perceptible. Y sucedió lo de siempre: los dos hombrotes que lavaban las copas empezaron a reírse entre sí, burlándose de su música murmurada. Sus palabras eran traducibles por "Mírala, quién se creerá que es... Habría que llevarle a una audición... para que limpie con jabón el escenario!". A esas risotadas se sumaron las de dos meseras que recién llegaban a trabajar. Entonces Ella, desde su breve talla, con un movimiento seco y contundente, casi marcial, escurrió el trapo de piso y lo tiró en el sulo, apoyó la escoba en la pared, y, con firme ademán, poniendo las manos sobre su propia cintura, en jarra, hizo un audible silencio, mirando fijamente a los ojos a cada uno de ellos. Sorpendidos por este súbito gesto, todos hicieron, en consonancia, un repentino silencio: las risas se difuminaron en los labios de cada uno. Sólo se escuchaban, lejanos, los sonidos de la calle.

Entonces, Ella, sí, abrió la boca para, por primera vez en su vida, poner un límite. Sus ojos oscuros se habían dorado por un fuego interno innegociable. Sabía muy bien lo que tenía para decir. Pero al abrir su boca, de ella no salieron improperios ni gritos, sino... los más delicados sones de "La Flauta Mágica", de Mozart. En impecable alemán, su registro de soprano inundó la taberna, haciendo reverberar copas y vasos, y produciendo un maravilloso sonrojo en las mejillas de cada uno de sus azorados oyentes: avergonzados, no atinaron más que a quedarse mudos y quietos. Y durante unos diez largos minutos, toda Ella salió desde su pecho: un "BASTA!" tejido con lo más sublime de sus cuerdas vocales. Un "BASTA!" a la vez propio y ajeno, por la Dignidad de sí misma, y por la de todos los oprimidos, los rechazados, los menospreciados, los discriminados...

Cuando concluyó, su mirada triunfal era la que nunca antes había sido: el fulgor del "BASTA!" la había embellecido a tal punto que sus modestas vestimentas se habían convertido en delicadas gasas y sedas... Y su público, -ese público que desde la ignorancia por tantos meses la había minusvaluado- rompió en un sentido aplauso, como si formaran parte de un hechizo que les dejaría en lo hondo una contundente lección de humanidad.

Ella aún no lo sabía, pero su vida interna cambiaría para siempre. No sabía que había abierto, en ese instante, un candado en su voz y dn su corazón: nunca más permitiría, a partir de ese momento, que nadie le tratara con desdén ni mancillara su integridad. Fue como una promesa muda que se hizo a sí misma, casi sin darse cuenta. O, mejor dicho, no una promesa muda, sino una promesa impregnada de música, de Belleza, de Verdad... Hoy canta tangos por todo el mundo. Y, de vez en cuando, "La Flauta Mágica" germina en su voz, para recordarle que Ella... es Ella, más allá de cómo la vean los demás."
Virginia Gawel

En nuestro sitio web podrán hallar otro texto referido a este mismo tema: un material gratuito que hemos diseñado para cada uno de Ustedes. Podrán hallarlo clickeando
aquí, (en la sección llamada "Módulos"; es el documento titulado "Poner límites: Cólera y amabilidad"). Quienes deseen participar de la conferencia virtual gratuita que ofreceremos este martes, 20 de marzo, a las 22 hs. de Argentina, pueden inscribirse clickeando aquí para que les enviemos su clave de acceso. Serán bienvenidos...)

Algo más: al clickear
aquí encontrarán varios Foros de participación, para APRENDER TODOS DE TODOS...

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