No se trata de fe: se trata de experiencia. Si Ud. en algún momento se ha sentido subrayado por la Vida, la ha latido más allá del corazón, se ha sentido insoslayablemente Vivo, o ha sentido inequívocamente Vivo a alguien amado... SABE. No necesita fe (pues la fe es requerible sólo sobre aquello que no se Sabe). De allí que pueda existir una religiosidad laica, más allá de participar o no de cualquier feligresía. Una religiosidad de la experiencia propia, no de la de otros que la han descripto en el pasado. Íntima. Por íntima, irrefutable (inclusive irrefutable por el propio intelecto). ¿Puede Ud. dentro de cinco minutos negar que ha estado leyendo estas líneas? Así de irrefutable para sí mismo es haber vivido la experiencia de lo Inefable, cuando esto ha sido un acto de autopercepción asombrada y sentida.
Cuando esa experiencia existe, uno no puede sino aceptar, más allá de la razón, que la muerte es imposible. Al menos la muerte de la Chispa. Todo lo otro, claro, muere. Como se dice en el Budismo, todo es impermanente. Pero hay un lugar de sí que no participa de esa ley de impermanencia: acata sólo la ley de lo Inmutable. Por eso en el Zen se le llama a "eso" lo Nonato, lo no-nacido. Entonces... ¿cómo habría de morir lo que no ha nacido? El cuerpo es el que nace y el que muere. Lo Nonato se sube al cuerpo y se baja de él como Ud. tantas veces a subido y luego bajado de un largo tren. Pero este tren, vaya donde vaya, no puede sino, finalmente, llegar a Casa.
Seguramente conocerá a Walt Whitman, uno de los más laicos religiosos de la poesía. Sin instrucción al respecto, el SUPO de la impermanencia, y de lo Inmutable en sí mismo. A eso vivo le llamó Yo. Un nombre quizás demasiado corto y cotidiano para nominar a lo infinito. Pero algo es algo: sabemos que "inefable" significa "aquello de lo que no se puede fablar = hablar". Y la experiencia de lo Íntimo es inefable. Desde allí, no hay muerte que morir: la guadaña de la Parca se queda cortando hierbas secas en los prados del Sahara, aburrida de sólo llevarse cuerpos, y no poder nunca, pero nunca, cercenar ninguna Vida.
Dijo Whitman:
" (.....)
Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del Universo.
Todo se ha escrito para mí,
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse
con el compás de un carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego
que traza un niño en la noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy más orgulloso
que los cimientos desde los cuales se levanta mi casa.)
Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el más grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos,
esperaré... esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tú llamas disolución,
porque conozco la amplitud del tiempo."
El poeta León Felipe, cuando tradujo a Whitman, en su prólogo dijo: "Se apellida Whitman, pero Dios le llama Walt". Gracias, Walt, por ponerle palabras a lo inefable!
Texto: Walt Whitman (poeta estadounidense, imperdible de ser leído. 1819-1892). Fragmento del libro "Canto a mí mismo".
Imagen: "Ascendent soul", de Gilbert Williams.
Imagen: "Ascendent soul", de Gilbert Williams.
- Si quiere Ud. compartir con todos lo que experimentó al leer este texto, su comentario será bienvenido en nuestro Libro de Visitas, clickeando aquí.
- Al clickear aquí encontrará distintos Foros para expresar su propia experiencia vital, en un espacio oportuno para reflexionar juntos y APRENDER TODOS DE TODOS...
No hay comentarios:
Publicar un comentario