La cúspide de esa Campana de Gauss, entonces, marcaría la norma, -lo más frecuente en esa sociedad-. Quienes están inscriptos en ese rango serían los individuos "normales" (pues el término "normal" no significa "sano", sino... "más frecuente"! A la derecha y a la izquierda, en línea decreciente, se hallarían quienes no pertenecen la norma. Cuanto más a los costados están, menos "normales" son para esa sociedad. Puesto que se alejan del centro del diagrama, también se les llama "ex-céntricos". También la gente que pertenece a la media los llama, -hablando entre sí en vos baja-, "raros". Y es verdad, pues "raro" viene de la misma raíz que "ralo" = "escaso en su género, poco frecuente". Y si bien entre eso "raro" estaría cuantificada hacia un costado de la campana la enfermedad, lo que no alcanzó su desarrollo mínimo, lo bizarro... igualmente están, del otro lado de la campana, quienes son "raros" en el sentido de lo "extra-ordinario" = "lo que se sale del orden más común": personas de extremada originalidad, que piensan diferente, que no entran dentro de la hipnosis colectiva. Son "raros" como lo son las piedras preciosas! Por tener una sensibilidad más abierta, una conciencia más desarrollada, una individualidad más definida, no aceptan apilarse en ese centro de la campana por el mero hecho de no quedar excluidos. Aunque sufran por ello! Y, claro, no es fácil no pertenecer al montón! Pues la sociedad presiona hacia la media, para que todos sus miembros se uniformen. De modo que con frecuencia segrega a ese "raro", sintiéndolo como "peligroso". Así, esa gente extra-ordinaria puede que sienta secretamente como si estuviera "fallada"(cual si pertenecieran al otro lado de la campana!). A esta sensación, en este enfoque de la Psicología le llamamos Inadecuación Esencial.
Y pueden suceder dos cosas: o bien el "raro" se disminuye a sí mismo, coartándose todo despliegue por autopercibirse como defectuoso... o bien en algún punto de la vida se da cuenta de que su "rareza" es una bendición. No es extraño que alguien (un amigo, un terapeuta, un educador, un padre...) alcance a ver a ese "raro" tal cual es, con toda su preciosura, y le ayude a animarse a SER, a desplegar su singularidad, a dejar atrás la sensación de "no sirvo para este mundo - no puedo - no valgo...": connota positivamente su diferencia, alentándole a que no la pierda, a que construya su identidad en base a su "rareza". Es posible que esa persona confíe más en el "raro" de lo que ese "raro" confía en sí mismo! Ve las alas de quien cree ser un reptil. Ahora bien: el "raro" podrá tomar esa ayuda o no: sólo de él dependerá. Como en el bello y breve poema de Guillaume Apollinaire (1880-1918) con el que por hoy nos despedimos:
“Acérquense al borde."
"No podemos. Tenemos miedo."
"Acérquense al borde."
"No podemos. Nos caeremos!"
"Acérquense al borde."
Y se acercaron.
Y se acercaron.
Y él los empujó.
Y ellos volaron.
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