La condena autoimpuesta consiste en inhibir quien se Es, sobreadaptándose para encajar en el entorno, y tomando como propios antiguos mandatos que debieran haber caducado. Y la represión de la propia Esencia genera síntomas muy concretos, tal como enfermedades físicas, angustia crónica, ansiedad, y, sobre todo, depresión: la infinita tristeza de un alma que pudo obtener una vida humana, un cuerpo, una circunstancia para desplegarse... y que siente que va perdiendo esa oportunidad día a día. Eso es estar semi-muerto. En algunas personas, lo único que falta morírseles es el cuerpo...
Si es glorioso declarar la independencia de un país respecto de cualquier tiranía, y celebrar cada año esa fecha, es necesario convertirnos en nuestros propios libertadores: declarar la propia independencia respecto del opresor. Y EL OPRESOR ES UNO MISMO. Nadie más. Casi siempre, si hay un opresor AFUERA, es que le hemos firmado una autorización interna para que ejerza. Des-reprimir nuestra Esencia es recuperar el Sentido, la alegría... Es volver a estar Vivos por completo. Ojalá seamos todos, poco a poco, nuestros propios libertarios... En otras palabras:
POTENCIA ESENCIAL
"Tengo miedo", clamaba la semilla;
y a pesar de absorber sol y humedades,
renunció a germinar en sus verdores,
reprimiendo su yémula incipiente.
El águila gritó: “Ay, yo no puedo!”
y, plegando sus alas, desde el suelo,
resignándose, ansiaba las alturas,
cual si fuera un reptil definitivo.
"No sé cómo se hace", dijo el árbol,
sin animarse a dar flores ni frutos
ante el reclamo de la Primavera,
turbulenta, urgente, impostergable.
¿Qué verías si la Naturaleza
negara su potencia, su destino?
Frutales secos y pájaros rastreros,
sembradíos estériles y yermos...
Que no me pase a mí: que no me quede
anhelando accesibles utopías.
Que no viva como un muerto insepulto,
amortajadándome en lo rutinario.
Que no se me adormezca la Vigilia.
Que no se me amordace la Llamada.
Que entre mis bordeleses no se agríe
el Vino sin haberlo convidado.
Que me lance al estreno, y no eternice
mis ensayos detrás de los telones
sin que vibren los tímpanos del mundo
con la música de mis instrumentos.
Que el miedo no me encoja, no me vuelva
un bonsai de mí misma, mustio y triste,
retrayendo mis raíces temerosas,
adaptadas a un magro recipiente.
Que me atreva y te atrevas, fogueando
los mejores valores de la especie
en brasas de discretos esplendores
para que al fin refuljan plenamente.
Que la modestia no nos vuelva tibios,
porque la Vida hierve, y necesita
que indefectiblemente se le otorgue
poder al Bien en manos de los buenos.
Que el Tiempo Señalado es este tiempo,
porque el átomo estalla y se hace tarde.
Tejamos una Red con Hilos Vivos:
no dejemos que ganen los que matan.
Virginia Gawel
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